Nunca es tarde...
Gianni Di Gregorio debutó en la dirección (y prácticamente también en la actuación) a los 58 años con una encantadora comedia que recupera la mejor tradición y el espíritu de ese género fundamental del cine italiano, pero que le agrega una frescura y una pintura social (en medio del imperio del dinero y del individualismo que caracterizan a la era berlusconiana) que resultan bien contemporáneas.
Así, este reconocido guionista de directores como Matteo Garrone (el realizador de El embalsamador y Gomorra ofició de productor de esta opera prima), se consagró en el Festival de Venecia 2008 al ganar allí varios premios por un film sencillo que, en apenas 75 minutos, ofrece un querible, entrañable relato sobre los "desclasados", los prescindibles, pero sin caer en bajadas de línea discursivas ni en subrayados que hubiesen arruinado el profundo humanismo de la propuesta.
Gianni (el propio Di Gregorio) es un hombre maduro que vive con su madre despótica en una casa del Trastevere acuciado por las deudas. Estamos en pleno ferragosto, cuando "todos" se van de vacaciones y Roma se convierte en una ciudad casi fantasma. El administrador del consorcio al que Gianni le debe una fortuna llega con una propuesta que el protagonista no está en condiciones de rechazar: condonar parte de las expensas adeudadas a cambio de que se quede un par de días al cuidado de su madre y de su tía. Algo similar le pedirá un amigo médico. Así, nuestro antihéroe tendrá que lidiar con cuatro veteranísimas mujeres, todas con sus manías, sus achaques, pero también con sus ganas de vivir (al menos alguna experiencia regocijante). Gianni, entonces, se ocupará de ellas y las agasajará con ricas comidas. El resto... habrá que verlo.
Si Di Gregorio no tenía casi experiencia delante y detrás de cámara, tampoco las tenían las viejitas (actrices no profesionales) que lo acompañaron en este pequeño y noble proyecto. Estamos ante un crowd-pleaser hecho y derecho, que no apuesta a la manipulación y que -más allá de algunos acordes musicales un poco estridentes y algún que otro momento un poco over the top- es irresistible. Si les gustan el (buen) cine italiano, vayan a ver Un feriado particular. La van a pasar muy bien.