Grupo de familia
Encantadora comedia sobre un hombre que debe pasar un feriado con cuatro ancianas.
En Bolonia me hacían tortellini, o a veces lasagna”, le cuenta a Gianni una de las ancianas que ha quedado a su cargo en el feriado italiano de mediados de agosto que da al filme su título original. La mujer no se puede, o no se quiere, dormir, y repasa su vida en voz alta mientras Gianni, que tiene que ocuparse de ella y de otras tres señoras mayores más (incluyendo a su madre) ya no puede más. “Duerma aunque sea un cuarto de hora”, le suplica, mientras ya sale el sol.
En esta humana y realista comedia de Gianni di Gregorio, guionista de Mateo Garrone ( Gomorra ), que debutó aquí como realizador y actor protagónico (el filme es de 2008 y Di Gregorio ya hizo otro filme, Gianni e le donne , una suerte de secuela de éste), nuestro protagonista cincuentón, acosado por las deudas y al cuidado de su excéntrica madre, decide aceptar un pedido de Alfonso, el administrador del edificio: que cuide a su propia madre así él se puede tomar el feriado. ¿A cambio? Le perdonará las deudas de expensas.
Gianni acepta y Alfonso se aparece con su madre, y también con su tía, ante la mirada fastidiada de la señora de la casa. Como si un trío de ancianas fuera poco, el médico de Gianni le pide lo mismo con su madre y así se suma una cuarta viejita a la casa.
Cada una tiene sus peculiaridades y Gianni, al principio, sólo quiere tratar de seguir su vida tranquila y que no lo molesten demasiado. Pero será imposible. A su madre no le caen bien las visitas y las mira de lejos, la madre del médico no quiere cumplir el régimen impuesto por su hijo y mucho menos cuando la tía de Alfonso le enrostra en la cara las riquísimas pastas al horno que va a cenar mientras ella debe comer vegetalini . “Eso no es comida”, le dice. Y ni hablar de la madre de Alfonso, que -rebosante de juventud- a la noche desaparece, y quién sabe adonde se fue.
Todo esto podría dar pie para una comedia de enredos y gags de lo más convencional. Pero nada es así en Un feriado particular . Di Gregorio no es actor y las señoras tampoco. Las situaciones no parecen surgir de un guión estricto, sino de ponerse a filmar conversaciones con un grupo de señoras que rondan los 80 años y cuya comicidad sale naturalmente, casi de manera documental.
Si bien hay momentos donde el realizador subraya el tono cómico con cierta música y algún clip innecesario (aunque bello) por las calles de Roma, la película se aprecia como una comedia de personajes, casi un biodrama, más cerca de películas como La pivellina , digamos, que de la comedia alla’italiana más clásica.
“No estás cansado, fingís que estás cansado, pero tenés ojitos pícaros”, le dice la madre de Alfonso a Gianni mientras bebe y fuma, convertida en una inesperada femme fatale de la tercera edad, ante un dueño de casa que no sabe qué hacer para manejar un grupo cada vez más rebelde y conspirativo. Y Gianni hará lo que recomiendan desde siempre: “si no puedes vencerlas, únete a ellas”. Y así, la pesadilla de “ferragosto” se transformará en una celebración muy tierna y humana de la amistad, del valor de las relaciones y, más que nada, del compartir una buena mesa de comida. Y si es “pasta al forno”, mucho mejor.