Una visita inesperada
Escrita, dirigida y protagonizada por Gianni Di Gregorio, Un feriado particular es una de esas pocas comedias deliciosas que hacen de la cotidianidad un verdadero tesoro. Por su honestidad a la hora de abordar el tema de la vejez desde un punto de vista positivo, pero sobre todas las cosas volcado a la naturalidad de sus personajes: cuatro ancianas no profesionales que se entregan plenamente al juego de la actuación con una cámara que las observa en un registro cuasi documental. La ópera prima de Di Gregorio acusa su rabiosa cinefilia donde el fantasma del neorrealismo italiano dice presente.
Por otra parte, en su carácter de guionista y colaborador de Matteo Garrone (Gomorra) es notable el trabajo sobre los diálogos y la sutil elección de las pequeñas situaciones que van contando la historia. Prácticamente una anécdota desde el punto de vista narrativo sobra para construir este relato pequeño donde quedan establecidas -sin subrayados- las relaciones humanas y, en un segundo plano, el vinculo entre las madres y los hijos, que llegada la etapa de la vejez supone naturalmente un intercambio de roles en el cuidado del otro.
Gianni vive con su madre en unos departamentos en Roma y debe varios meses de expensas por lo que el encargado le propone un trato: hospedar por unos días a su propia madre a cambio de ir saldando las deudas. A Gianni no le queda otra alternativa que agachar la cabeza y aceptarlo pero recibe la sorpresa de otra intrusa que acompaña a la madre del encargado: una tía de edad parecida a la que luego se sumará la visita inesperada de la madre de un médico amigo, a quien también el protagonista le debe favores. De inmediato, la tranquilidad del hogar se ve interrumpida dado que las demandantes huéspedes entablan amistad y se sienten como en vacaciones.
La particularidad de este film ganador del festival de Venecia en 2008 la constituye la capacidad de observación y poder de síntesis para abordar el proceso de la vejez tanto desde lo físico con una fuerte presencia de primeros planos que acusan el paso del tiempo en cada personaje como desde lo espiritual y mental a partir de la vitalidad y lucidez de las ancianas llamadas al convite, aspecto que hace prácticamente invisible a la cámara.