Un matrimonio de la tercera edad decide hacerse una escapada y pasar un fin de semana en París, mientras enfrentan problemas personales y de pareja.
Los problemas no se quedaron en casa
Meg y Nick tienen lo que todas las parejas de su edad quieren tener: buenos trabajos, hijos y un buen pasar económico. Mientras deciden pasar un fin de semana en París como aniversario de su luna de miel, empiezan a salir a la luz sus problemas. Y no solo laborales, también de su en apariencia idílico matrimonio, que está llegando a su fin, además de deudas económicas y problemas con sus hijos.
Historia ya vista
Un viaje a Paris, mucha gente que parece tener un máster en filosofía, psicología, “opinología” y experiencia de vida. Si, seguramente ya se aburrieron o pensaron que ya vieron esta trama cientos de veces y razón no les falta, porque pese a no ser una mala película, el mayor problema de Un fin de Semana en París es lo poco arriesgada y original que es.
Tampoco ayuda que el guion empiece a mostrar de forma tan obvia los problemas conyugales que tienen Meg y Nick; no porque no sean creíbles, si no por el grado de violencia verbal que tienen entre ellos, haciéndonos ¿pensar como se soportaron tantos años si se agreden tan fácilmente?.
Pero todo se torna creíble y verosímil gracias a las enormes actuaciones de Lindsay Duncan y Jim Broadbent como Meg y Nick respectivamente. Tanto la agresión verbal y en cierto punto física que vemos entre ellos, en manos de actores mediocres podría haber quedado hasta ridículo, pero al verlos nos creemos de inmediato que llevan décadas de un matrimonio desgastado pese a que constantemente, ante terceros, se juran amor.
Es una pena que el personaje interpretado por Jeff Goldblum tarde tanto en aparecer en la historia. No por lo que representa como personaje en sí, si no porque con el vienen varias situaciones que por lejos son lo mejor de la película y nos permite ver a Nick y Meg interactuar con otras personas y mostrarse tal cual son fuera de la mirada del otro.
También hay lugar para los homenajes. Si estamos en París, no podían faltar las referencias al cine clásico francés, y el director Roger Michell no pierde la oportunidad de hacer más de un guiño (a veces bastante obvio, otros geniales) a la Nouvelle vague; que seguramente el espectador al que apunta esta película va a notar y apreciar.
Conclusión
Un fin de Semana en París es una película que apunta a un público muy específico, y que suelen amar esta clase de propuestas. Para el espectador común, seguramente no se aburrirá pero sentirá que está ante una cinta poco arriesgada y que recorre todos los clichés de las películas en París. Como todo film de nicho, tendrá sus amantes y detractores, pero claramente no es mala y eso no se podrá discutir.