¿Siempre nos quedará París?
Un Fin de Semana en París (Le Week-End, 2013) es una comedia romántica, con algún dejo de drama, dirigida por Roger Michell. Tal vez el nombre del director no suene conocido pero muchos recordarán una de sus buenas películas, Un Lugar Llamado Notting Hill (Notting Hill, 1999). Teniendo dicha propuesta en su filmografía, podemos esperar o ansiar los mismos resultados para esta ocasión, pero la realidad es que nos quedamos con un sabor amargo al encenderse las luces de la sala.
La trama se centra en una pareja mayor, Nick y Meg, interpretados por los geniales Jim Broadbent y Lindsay Duncan, dos versátiles actores a los cuales la historia parece quedarles chica. Componen un matrimonio en crisis, razón por la cual deciden ir el fin de semana de su aniversario a París, ciudad idílica donde pasaron su luna de miel muchos años atrás. Con los hijos ya fuera de casa, en parte, estos dos profesores británicos tratarán de encontrar la manera de salir de la rutina, de volver a encontrar lo que amaban uno del otro, y por qué no, lo que odiaban del otro y de ellos mismos.
En algún momento podemos pensar que las escenas atestadas de diálogos son similares a las protagonizadas por aquella pareja joven, en Viena, que nos regaló Richard Linklater en Antes del Amanecer (Before Sunrise, 1995), donde los diálogos eran protagonistas del argumento y nos mantenían cautivos. Aquí no es tan así; y si bien las palabras están bien pensadas, las escenas se suceden de manera elegante -con un sentido del humor sutil- y es en general todo correcto, pareciera que nada termina de convencernos en esta historia de amor maduro.
Existe entre los actores algún tipo de química que sostiene la historia. Lamentablemente Jeff Goldblum, quien interpreta a un viejo compañero de Facultad de Nic, está -en un rol secundario- demasiado alterado para el ritmo que lleva esta película, y en vez de equilibrar, desentona aún más. Si de comedias románticas se trata, perdonamos al director por esta tibia película y le seguimos agradeciendo una y otra vez aquella historia donde Julia Roberts y Hugh Grant nos enamoraban a todos.