Allí, en la inmensidad de los Esteros del Iberá, provincia de Corrientes, rodeado de abundante vegetación y mucha agua se despertó, volvió en sí Héctor (Celso Franco), un peón rural que tuvo un accidente y está preocupado porque se le perdió un chico que estaba con él, y también a 40 cabezas de ganado que traía junto a unos cuatreros. No lo encuentra por ningún lado, ni tampoco a los animales. Mientras está en la búsqueda, solo, entre la maleza, aparece Quiroz (Jorge Román), un gaucho que se ofrece ayudarlo para encontrar al niño a cambio del ganado. Pero, por algún extraño motivo comienza a llamarlo "Antonio Gil" y le ata un pañuelo rojo al cuello. Héctor acepta no muy convencido su nueva identidad y ambos van hacia la aventura.
El director Joaquín Pedretti traza una nueva historia para evocar al Gauchito Gil, tan venerado por una parte importante de la población argentina. Pero no es una nueva biografía, sino una suerte de cambio de identidad de un hombre común y corriente al que no se le adjudica ningún milagro, aunque le espera un final como al verdadero.
Narrada con un ritmo muy lento, la película transcurre íntegramente en exteriores. El paisaje bucólico abruma, junto al clima húmedo y pesado, hace que todo se desarrolle despacio. La travesía de la búsqueda lleva a cruzar a los protagonistas con animales muertos, personas que viven en chozas y uno que toca la guitarra y canta. Esa es la única música que acompaña la película, por lo demás suena unos ruidos incidentales mezclados con sonidos ambientales que apabullan.
Pero para que haya un conflicto tienen que aparecer los malos, en este caso los cuatreros que cuatrerearon a Héctor, encarnados por Suárez ("Chirola" Fernández) y su empleado Mamerto (Cristian Salguero).
No sólo se plantea en el film cómo el ser humano, cuando hay plata de por medio, es capaz de traicionar al otro hasta las últimas consecuencias, sino también cómo se impone la ley del más fuerte para sobrevivir en un territorio hostil, poco confortable para habitarlo civilizadamente.
Pese a las buenas intenciones de querer transmitir del otro lado de la pantalla lo que sienten los personajes, junto con el clima y las dificultades de trasladarse, en realidad aburre bastante y hay muchos puntos oscuros, sin respuestas, que dejan al espectador en ascuas.