Un Golpe de Talento es una historia real. Esto tiene que quedar bien clarito. Disney quiere que quede bien claro; porque este cuento de hadas medio nabo no es un invento de una mente creativa sobre la tierra de las oportunidades. No. Esto es más progre. Es una historia real de un genio del marketing que ideó un reality para llevar a dos chicos de la India a jugar al baseball a los Estados Unidos. El genio es JB (Jon Hamm), un agente de deportistas que ante la imposibilidad de conseguir estrellas para su empresa idea el programa de TV y se la juega por dos pibes que nunca en su vida jugaron al baseball.
McCarthy y Gillespie, caras visibles de esta producción Disney, en unos lapsos bastante largos de esta especie de biopic (no sport movie, por desgracia) se olvidan del baseball, del cricket y de los indios para meternos en la cabeza como sea que la familia es lo más importante de la vida. Y JB es un soltero que está con una modelo diferente cada día y que formar una familia lo tiene sin cuidado. Oh pobre JB, qué infeliz, nos dicen una y otra vez los nuevos muchachos de Disney. Ellos o Disney o los productores o quien sea que tenga injerencia y deseos de transmitir tal subnormalidad constantemente durante las largas dos horas.
Y toda esta boludez de este subtexto, que de tan arriba molesta la superficie de una trama que pintaba bien, destruye todo. Porque no importa si la historia es real o si la pareja de beisbolistas indios hicieron las pavadas que hacen acá o no, importa la ficción, importa la trama, cómo nos cuentan este cuento de hadas real o irreal. Este neoclasicismo grasa y conservador tan común hoy en día nos tiene que brindar, al menos cada tanto, una buena trama bien narrada; y acá no hay nada mínimamente adulto en la manera en cómo nos lo cuentan, sólo queda la berretada de querer transformar a JB en un feliz hombre de familia hecho y derecho a toda costa. Y su viaje del espíritu donde de un día para el otro deja de importarle la guita y se transforma en un tipo considerado y familiero.
Y la película, en definitiva, es más un homenaje al pseudofilántropo JB que a los dos deportistas indios. Le hubieran puesto “El Gran JB”, compañeros, y nos ahorrábamos el caretaje. Paradójico que rompan tanto las pelotas con lo de la historia real si después no nos van a mostrar nada verdadero para el alma. Puro artificio del peor. Porque no hay verdad en ningún lado, pero eso sí, todo pasó. ¿Y? Nos hubieran mentido un poco.