Lanzamiento de emociones
Los tiempos cambian y el representante de deportistas Jeff Bernstein (Jon Hamm) ve cómo se apagan las estrellas que alguna vez iluminó con su asesoría. Este playboy que emana superficialidad y se pierde por el lujo, las modelos y el perfume del dinero, vive una encrucijada profesional.
Pero gracias al fortuito zapping televisivo, aparece la figura de Susan Boyle (en el momento en que deslumbró por primera vez al jurado del Britains Got Talent 2009) y en el canal siguiente ve un partido de cricket en India. ¡Eureka! La obviedad pega el primer zarpazo en Un golpe de talento: armar un reality de lanzadores en la India (llamado Million Dollar Arm, título original del filme) para luego exportarlos a las ligas mayores de beisbol en los Estados Unidos.
Para ello, Jeff viaja a Asia (bancado por un millonario oriental) y da con sus elegidos: Rinku (Suraj Sharma) y Dinesh (Madhur Mittal) que adaptan su peculiar forma de tirar al béisbol.
El proceso de reclutamiento atrapa, pero de vuelta en América, todo se licúa cuando se ingresa a un espiral de pseudopaternidad de un Jeff ausente y despreocupado con sus discípulos. De yapa, aparece una vecina, la buena de Brenda (Lake Bell) quien con su media sonrisa parece más una madre confidente de “los niños” que la eventual conquista del ejecutivo.
La película en el ámbito casero pierde fuerza, se repite y ahonda en la soledad de Rinku y Dinesh, perdidos en una tierra lejana que los paraliza. Su motor es cierta ingenuidad y espiritualidad (rezan, meditan) y las pocas veces que tienen vida social (fiestas), arruinan el momento. Nada nuevo.
Al ver que Un golpe de talento se basa en una historia real, aumenta la frustración de esta oda de sentimentalismos, ganas de sentar cabeza y formar una familia. El director Craig Gillespie debería haber apretado el acelerador, más vértigo y menos lágrima.