Sin el ingenio de la fascinante "Inside Out", pero con todos los clichés de los clásicos de Disney y la potencia visual de Pixar, "Un gran dinosaurio" le da una vuelta de tuerca a algo que ya se vio y entretiene y emociona a grandes y chicos por igual.
Tras la genial y fascinante Inside Out, Disney Pixar trae esta nueva propuesta que no es tan ingeniosa ni emotiva como su predecesora, pecando incluso de falta de novedad, con cierta influencia de la película Dinosaurio -en la forma que los protagonistas interactúan con lo que les rodea, con animales y demás-, varios elementos que nos recuerdan a El Rey León y la tradición Disney en que el protagonista sufre la trágica pérdida de un familiar cercano.
Pero a pesar de ello, Un gran dinosaurio le da una vuelta de tuerca a lo conocido y plantea un escenario donde el asteroide que cambió para siempre la vida en la Tierra no impacto contra el planeta y los dinosaurios nunca se extinguieron, y por ende se organizaron y evolucionaron socialmente. En ese contexto conocemos a Arlo -Raymond Ochoa-, un dinosaurio joven y miedoso que un día se pierde y no le quedará otra cosa que aprender a ser autosuficiente, confrontar sus temores y convivir con especies que no sabía que existían, como un bebé humano Spot -Jack Bright- tremendamente salvaje.
Si bien Un gran dinosaurio no sorprende y recurre demasiado a las lecciones infantiles, incluso en varios pasajes al golpe bajo buscando la lagrima fácil del espectador, la potencia visual -con su imagen naturalista y fotorrealista que alcanza un nuevo nivel- y el carisma de sus personajes hacen que Un gran dinosaurio emocione y entretenga.
La supervivencia del más apto, las relaciones familiares y la fábula de amistad entre especies envuelven este relato que no defrauda y recrea a toda la familia.
El corto que acompaña a Un gran dinosaurio está a la altura de la película y suma un bonus al espectador.