"Descansaré cuando esté muerto" asegura Alain, el gerente de una importante compañia automotriz en este relato dramatico con algunos destellos de humor dirigido por Hervé Mimran.
Sin tiempos para la familia o el ocio, Alain -Fabrice Luchini- cree tener todo bajo control cuando lo sorprende un ACV y se ve obligado a volver a empezar y recuperar los vínculos familiares que creía perdidos.
Un hombre en apuros, basada en el libro de Christian Streiff, coloca el acento en los cambios que modifican sorpresivamente la vida cotidiana, controlada y ordenada, cuando se presenta un cuadro de estas características. La enfermedad le causa problemas profundos en el habla y la memoria por lo cual su facilidad para la oratoria frente al público se ve amenazada. Todo lo que Alain manejaba con seguridad se presenta como incierto, aún cuando saca a pasear al perro y se pierde. Ahora él es descartable para los demás, se invierten los roles de este capitalista feroz.
En la trama aparece Jeanne, una joven terapeuta que lo ayudará en su largo camino para la recuperación y en su ambiente familiar desfilan una mucama de mal carácter, una hija adolescente y un chofer. El filme recuerda por momentos a Amigos para siempre, pero en su primer tramo se vuelve reiterativo y menos efectivo que en su segunda parte, sin desarrollar en demasía la subtrama que coloca a la fonoaudióloga Jeanne en el camino de buscar a su madre o la relación que mantiene con un enfermero.
El relato se mueve entre el fallido discurso de Alain frente a una audiencia para presentar el prototipo de un automóvil y el poco probable viaje que emprende por el Camino de Santiago junto a su perro.
Mientras Jeanne necesita saber más sobre su pasado, Alain empieza a conocerse a si mísmo, en esta propuesta que juega con las lágrimas y algunos gags efectivos sobre las segundas oportunidades. Y todo es cuestión de volver a empezar.