Llega a los cines “Un Hombre Llamado Ove” (“En man som heter Ove”) del sueco Hannes Holm, para traernos un cálido retrato de la vida de este rezongón personaje que se hace querer. Ove (Rolf Lassgård), de 59 años, es un señor gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo; hasta que su visión negativa del hombre y la sociedad es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado.
La película relata cómo un hombre mayor, al perder la rutina de su trabajo, donde lo invitan a un retiro voluntario, comienza a pensar en la posibilidad de suicidarse para reunirse con su esposa ya fallecida. El problema es que con cada intento de suicidio siempre hay algo que lo interrumpe y lo obliga a no hacerlo, como si el destino lo forzara a seguir viviendo. Así es como, entre intento e intento, el protagonista narrará los acontecimientos más destacados de su vida, los cuales producen como resultado la persona que consigue ser actualmente.
Si bien hay varios relatos de vida en la historia del cine con distintos resultados, la forma en la que está contado este film es bastante atractiva. Yendo y viniendo en el tiempo, como si se trataran de capítulos de un libro, vamos siendo testigos de la vida de Ove, narrada en una primera persona, haciendo de la cinta una experiencia interesante. La narrativa está muy bien ejecutada y su mayor virtud recae en mezclar los momentos dramáticos más profundos con unos toques de comedia atípicos e insólitos.
El trabajo de Rolf Lassgård es magnífico y se encuentra elevado gracias al buen complemento que representan los actores secundarios (donde se destaca principalmente la vecina que compone Bahar Pars). En los aspectos técnicos se destacan la fotografía sencilla pero funcional a las distintas líneas temporales y estados de ánimo, y el maquillaje que le valió a la película una de las dos nominaciones que tuvo al premio Oscar (la otra fue Mejor Película de Lengua Extranjera).
“Un Hombre Llamado Ove” resulta ser un film que nos muestra la evolución del protagonista en la recta final de su vida. Una historia con un corazón enorme que profundiza sobre los dramas de la vejez. Más allá de algún que otro cliché en el rol de personaje “gruñón querible con problemas sociales” (que quizás vimos muchas veces como por ejemplo en “Mejor Imposible” -1997-, entre tantos otros films), el relato triunfa por la sensibilidad con la que se narran los hechos, equilibrados con algunos buenos momentos de comedia, un mérito del director (quien también escribió el guion).