Cuando en 2017 se estrenó Un jefe en pañales, la productora DreamWorks demostró, una vez más, su capacidad para fabricar animaciones ingeniosamente esperpénticas al poner en escena un bebé que vivía en dos realidades distintas, y cuyas peripecias desopilantes no se conformaban con ser las aventuras trilladas del dibujito de turno, sino que también contenían una segunda lectura posible para el público mayor.
Cuatro años después, la productora fundada por Steven Spielberg apuesta nuevamente a la historia del niño Tim y el bebé Ted, y al director Tim McGrath (Madagascar) como el encargado de llevar adelante una trama un poco más sofisticada que la primera (por las varias subtramas que maneja).
Si bien no está a la altura de su predecesora, McGrath logra que Un jefe en pañales 2: Negocios de familia sea una comedia de aventuras desbordante, con un ritmo favorecido por el dinamismo juguetón de la puesta en escena.
Los hermanos Templeton ahora son adultos. Tim es padre de familia y vive alejado de su hermano menor Ted, quien se convirtió en un CEO importante. Tim y su esposa viven felices con su brillante hija de 7 años, Tabitha, y la recién llegada Tina, una bebé que es agente secreta de BabyCorp y que pronto se encargará de unir a Tim y a Ted en una misión para frenar los planes malvados del Dr. Armstrong, el creador de la escuela para niños avanzados a la que asiste Tabitha.
Tina les da a su padre y a su tío una superfórmula desarrollada por BabyCorp que convierte a un adulto en bebé, para que se infiltren en la escuela y averigüen lo que el Dr. Armstrong planea realmente. Si la filosofía de Armstrong se difunde, podría ser el final de la niñez.
Mientras Tim y Ted van descubriendo aspectos de ellos mismos que desconocían, Tabitha pasa por situaciones de pánico escénico y autoexigencias que se destacan por la amorosa incomodidad que se produce cuando interactúa con su padre convertido en un niño de su edad, que además es su nuevo compañero de grado.
Tom McGrath apuesta por el avance de la narración a un ritmo arrollador, poniendo en el camino a personajes graciosísimos sin perder jamás el equilibrio de los vaivenes de la historia. Los bebés ninjas, una nena terrorífica que se aparece por detrás y una poni adiestrada en situaciones peligrosas son algunos de los personajes que acompañan a Tim y a Ted en la misión para detener a Armstrong, quien quiere hacer una revolución en pañales y convertir a los padres en zombis.
Un jefe en pañales 2 lleva la marca inconfundible de las animaciones de DreamWorks, entre atolondradas y grotescas, entre hilarantes y sofisticadas, con personajes rarísimos y tiernos, que priorizan siempre el costado freak y más fantástico de la narración antes que el drama moralizante y más realista de Pixar.
Los dibujitos de DreamWorks son locuras divertidas que rara vez decepcionan, y que aun en sus productos menos logrados consiguen hacer reír a toda la familia por igual, con momentos de creatividad inspirada e historias que no se detienen hasta llegar a la consabida escena final, siempre cargadas de emotividad y gracia.