¿Jugador u observador?
En esta nueva era tecnológica, los seguidores que se obtienen en las redes sociales dan una cierta sensación de reconocimiento o “fama” a cualquier persona. Quien suba videos, se saque muchas fotos y sea medianamente estético o provoque algún tipo de reacción en el público, tendrá la posibilidad de cosechar una buena cantidad de fans. Pero ¿Qué pasa cuando las fotos comunes ya no son suficientes?, ¿Qué pasa cuando los seguidores comienzan a disminuir?, ¿Y cuando otra persona acapara la escena? Esto y mucho más se explica en la trama de Nerve: un juego sin reglas (2016).
Así como la trama de la saga The purge se basa en una crítica social muy fuerte al pueblo norteamericano, Nerve se para frente a los adictos a la tecnología, toca la problemática de la locura por los “me gusta” y traslada el campo hasta las últimas consecuencias.
Todo comienza cuando Vee, interpretada por Emma Roberts, una chica tímida y poco popular, que vive a la sombra de su amiga Sidney (Emily Meade), es incitada a tomar la iniciativa de su vida y decide hacerlo uniéndose a un juego, que propone ser observador o jugador. El observador paga una membresía y puede ver todos los retos, mientras que el jugador recibe dinero por las “misiones” superadas. Obviamente, la protagonista se inscribe como jugadora, y como es de esperarse el juego se vuelve cada vez más perverso y da por resultado conflictos cruciales y morales.
Desde el guión hay dos puntos firmemente marcados como una crítica social. Lo que se está dispuesto a hacer para ganar dinero y seguidores por un lado, y por otro, el goce del observador que se convierte en cómplice e instigador. La hipótesis planteada es que en este tipo de relaciones, el espectador se vuelve cada vez más exigente, y el exhibicionismo, el trasgredir la ley y la violencia son las respuestas para lograr entretenerlos. Para establecer un paralelismo, es muy parecido al periodismo de espectáculos o lo que ocurre con el reality Gran Hermano, un juego aparentemente inocente, donde la desnudez, el sexo y la violencia son los tópicos que aumentan el rating y derivan en la fama de sus participantes.
La dirección por parte de Henry Joost y Ariel Schulman y el guión de Jeanne Ryan y Jessica Sharzer son interesantes. Los escenarios planteados para los retos y la dinámica del texto dan por resultado un film que compenetra y por momentos genera el suspenso y la desesperación propia en este tipo de películas.
Emma Roberts y Dave Franco transmiten las preocupaciones de sus personajes y provocan cierta empatía con el público (más él que ella). Sus papeles no distan mucho de roles realizados en anteriores obras. Pero en definitiva, no es algo que interceda con el film. A pesar del detalle, la propuesta se puede disfrutar de todas maneras.
Nerve: un juego sin reglas es un film que deja un mensaje, es una historia orientada a un público joven, aquel que consume y se apropia de las redes sociales y participa como observador o como jugador. El objetivo es mostrarle a esos jóvenes las consecuencias de la locura por los “me gusta”, lo que la gente está dispuesta a hacer y lo que la sociedad busca ver. Cabe preguntarse entonces ¿Ustedes son jugadores u observadores?