Un ladrón con estilo, David Lowery.- Es un homenaje más allá de todo. Se anuncia como la despedida actoral de Robert Redford, una figura descollante que dejó su marca en el buen cine. Para su adiós, eligió una historia a su medida, sin notas extremas, respetuosa de una manera clásica de hacer cine, con un protagonista capaz de robar bancos y escaparse de la cárcel con buenos modales, un hombre solitario que encontró en la adrenalina su mejor compañía.
El realizador David Lowery asume casi como una reverencia las exigencias de un Redford que no está para andar asaltando bancos ni para meterse en la cama con nadie, pero que aún tiene rostro y presencia para aguantarse una historia otoñal y darle modesto atractivo a un film sencillo y leve. A su lado se destaca una Sissy Spacek llena de matices, que le da vida y sensibilidad a una viuda que viene que se suma a esta despedida.
La historia es muy liviana, demasiado, con un poco más de imaginación y atrevimiento podría haber encontrado mejores momentos para esta comedia de acción que cuenta las andanzas de un ladrón que no roba porque le guste la plata, sino para probarse que sigue siendo el que fue, un asaltante amable que tiene su complemento en un detective con códigos que lo persigue mas como un admirador que como un adversario. Esta viñeta simpática y algo socarrona circula con fluidez, aunque las escenas de acción (escapadas y asaltos) son de historietas.
“Un ladrón con estilo” vale como el saludo final de un artista que en la actuación, en la producción, en la dirección y sobre todo en el impulso al buen cine, dejó una valiosa marca.