Para su despedida como actor, Robert Redford eligió al director de su anterior película, la excelente “Mi amigo el dragón”, David Lowery. Se trata de un realizador que encara el cine de género con un toque personal casi propio del cine de arte, y este giro es lo que vuelve atractivo a este policial de la tercera edad –un género que se ha vuelto más común a medida que actores como Michael Caine se niegan a interpretar únicamente dramas o comedias geriátricas, y prefieren seguir haciendo hampones.
En “Un ladrón con estilo”, Redford es el personaje del título, un asaltante de bancos que no apela a la violencia sino a la amabilidad, eso a pesar de que siempre tiene un arma de fuego a mano. Pero lo que sus víctimas suelen recordar es que se sintieron bien durante el robo, tal vez porque del ladrón emanaba felicidad. Mientras el protagonista continúa con sus asaltos, a veces solo, a veces con sus secuaces Danny Glover y Tom Waits, el policía Casey Affleck se empieza a obsesionar con atraparlo. Hay un juego del gato y el ratón entre ambos, y también una historia paralela de la relación entre el delincuente y una viuda, que no termina de entenderlo, que interpreta Sissy Spacek.
Desde ya, con el elenco bastaría para recomendar “Un ladrón con estilo”. Pero lo que la que la termina por convertir en una película excelente es la fluidez con la que el director cuenta esta curiosa historia de un ladrón feliz.