Los ‘80, aquí y ahora
Divertida comedia, por momentos hilarante, de Steve Pink, con John Cusack.
Al ver películas como Un loco viaje al pasado es imposible no imaginarse al guionista, director, elenco, productores y amigos -todos ellos, de 40 para arriba- recordando los ‘80 en cada mínimo detalle: la canción de moda, la ropa, los productos, las marcas... Pero, y sobre todo, las películas. El filme de Steve Pink parece haber encontrado un dispositivo que permite hacer revivir a todos los filmes de mediados de los ‘80 con una impronta, si se quiere, algo más ácida.
Esta historia en la que tres cuarentones con una vida personal complicada terminan viajando en el tiempo y cayendo en los ‘80 combina la estética, la narrativa y hasta el estilo de Volver al futuro y de las obras completas de John Hughes ( El club de los cinco , La chica de rosa , Experto en diversión ) para contar una historia tan absurda omo simpática, una que seguramente Adam Sandler y sus amigos se estarán arrepintiendo por no haberla pensado antes.
John Cusack -otro referente de esa época de cine- encarna a Adam, un hombre al que su mujer acaba de dejar. Craig Robinson es Nick, quien descubrió que su esposa lo engañó. Lou (Rob Corddry) es el que peor está y el que motiva la reunión del trío: alcohólico, acaba de tener un accidente/intento de suicidio, y zafó por muy poco. Con el sobrino de Adam a cuestas (Jacob/Clark Duke), el grupete decide hacer un viaje para “animar” al amigo y rehacer lazos. Así van a parar a un hotel/spa que en los ‘80 fue el lugar donde sus vidas cambiaron de rumbo (entre romances, alcohol, drogas y peleas) y que hoy es casi un lugar abandonado.
Tras reparar el jacuzzi, se meten en él y, por culpa de un curioso accidente, terminan transportados en el tiempo hacia mediados de los ‘80. Nosotros los vemos en sus cuerpos actuales (y ellos se ven así también), pero los espejos revelan el look que tenían entonces y que es como los demás los ven. Salvo Jacob, que está idéntico. El viaje al pasado les permitirá repasar ciertas decisiones de esa noche siempre con una duda imposible de resolver: si cambiamos algo de lo que hicimos, ¿cambiarán nuestras vidas futuras? ¿Y eso es bueno o malo? Con una banda de sonido que es un grandes éxitos de esos años (David Bowie, Talking Heads, INXS, Men Without Hats, Poison, Spandau Ballet) y apariciones de íconos ochentosos como Crispin Glover y Chevy Chase, Cusack y sus amigos atravesarán situaciones que parecen extrapoladas de las películas antes citadas, pero con el ingenio suficiente como para que tengan valor narrativo por sí mismas.
Divertida -hilarante, por momentos-, sin ningún tipo de mirada cínica ni gesto de superioridad sobre la época (de hecho, los adolescentes de entonces parecen mucho más conectados, sociales, en “el mundo real”, de lo que podrían serlo los de hoy), Un loco viaje... es una comedia que, desde el disparate, resulta una divertida forma de conectar generaciones y de ver que, más allá de las obvias diferencias puntuales (“¿qué es un email?”), los placeres y complicaciones de las distintas épocas no son tan diferentes.
Eso sí: los ‘80 a la distancia, parecen increíblemente divertidos. Créanme, no lo fueron tanto. Pero en las películas sí lo eran...