Pájaros Volando en los años ‘80
Llámenlo destino. Llámenlo competencia de distribuidoras, pero los años ’80 se vuelven a cruzar en nuestras vidas a partir de esta semana. Saquemos de lado Miss Tacuarembó, acaso la celebración más opulenta y original que se haya visto en mucho tiempo que se desarrolla en la década en que volvió la democracia, Argentina ganó el mundial y el primer Oscar de su historia.
Si con Pájaros Volando, volvía el humor de las mejores comedias de Enrique Carreras, con Un Loco Viaje al Pasado vuelven todos los íconos de la moda y la estética estadounidense que se podían ver en las pantallas allá por 1988.
Para muchos, veintidós años no es nada, pero para este grupo de amigos, significa la pérdida total de los sueños, de la esperanza.
Adam, Nick y Lou (Cusack, Robinson y Croddry respectivamente) tienen 40 años y son infelices. Odian sus trabajos, están divorciados o sometidos por sus matrimonios, se encuentran pasando una depresión que parece imposible de remontar. A este grupo de perdedores se suma, Jacob, el sobrino de Adam, un nerd fanático de los video juegos.
Para tratar de levantarle los ánimos a Lou, los cuatro viajan a un hotel con pista de sky junto a las montañas. Allá pasaron los mejores momentos de su vida cuando eran jóvenes. Después de una borrachera, los cuatro se dan un baño en un jacuzzi caliente. El tablero de mando se rompe, y todos viajan a 1988.
Para poder volver al presente deben pasar todo un día en ese año y hacer exactamente las mismas cosas que hicieron el día en cuestión, ya que ante los ojos de los demás, ellos tienen la apariencia que tenían en ese año… menos Jacob, que mantiene misteriosamente su apariencia adolescente. Sin embargo, ven la oportunidad de cambiar lo que hicieron para que en el presente tengan una mejor vida.
El mayor mérito de la película es la poca seriedad con que están tomados todos los temas “relevantes”. Aquel que quiera buscarle cierta coherencia o verosimilitud al viaje en el tiempo, no lo va a encontrar. De hecho la película se burla de todas las reglas y las películas relacionadas con el tema. Aquellos que recordamos la década, encontraremos citas por todas partes: desde la moda, la forma de hablar, las referencias musicales, etc. En cierta forma, es como Volver al Futuro… al revés. Todo está exagerado. Es fácil acusar de misoginia a la película, pero lo cierto es que estos “chicos” quieren divertirse con todo. Sexo, alcohol y rock and roll. Como si mezcláramos la saga creada por Robert Zemeckis (con Crispin Glover inclusive) con las burdas comedias que le siguieron a American Pie. Clisés y humor de traso grueso, no pasan desapercibidos, pero lo cierto es que la película no decae en ritmo en ningún momento, tampoco cansa y mantiene su humor delirante hasta el final de los créditos.
Aquellos que entiendan las referencias que abundan en cada diálogo, cada decorado van a comprender mejor el humor que impera. No digo que el guión sea perfecto o sea la mejor comedia de los últimos tiempos, algunos chistes son más efectivos que otros, pero nunca terminan por desagradar o molestar los gags menos logrados.
Pink (guionista de Tiro al Blanco y Alta Fidelidad, ambas películas con Cusak y director de Aceptado), muestra gran capacidad para manejar el timing humorístico sin caer en momentos sensibleros, ni en redundancias narrativas. Se apoya en una gran director de fotografía como Jack N. Green (habitual colaborador de Clint Eastwood) para crear una estética ochentosa creible y cinefila.
Cusack deja un poco de lado el rol serio con el que trató de involucrarse en los últimos años y vuelve a ser el muchacho desilusionado románticamente de sus comedias de fines de los ’80. Además de Glover, se destaca en un rol imposible de describir, acaso, el humorista más popular de la década, el olvidado Chevy Chase.
Pero sin duda es la locuacidad y personalidad desfachatada de Coddryn y Robinson, dos maduros descubrimientos de los últimos años, que se destacan sobre el resto del elenco.
También dos jóvenes promesas vistas en Kick- Ass como Clark Duke y la hermosa Lindsy Fonseca logran solventes interpretaciones.
Para divertirse sin pretensión alguna, para recordar los ’80 y reflexionar sobre como a veces, es mejor seguir nuestros instinto, nuestros impulsos, nuestros sueños.
Nuestra vida será mejor, siempre y cuando tengamos amigos, twittagra y una lata de “Chernobly”. Si no saben que es, búsquenlo en Louggle.