UN SEGUNDA PARTE CON CALIDAD Y UN SUSPENSO QUE NO SUELTA AL ESPECTADOR
La primera película estrenada en el 2018, fue muy exitosa, llego a recaudar 340 millones de dólares y se trataba de una realización casi independiente donde el director , guionista y protagonista, John Krasinski junto a la talentosa ( su esposa) actriz Emily Blunt se daban en gusto de redondear una producción con aliens ciegos pero de oído prodigioso, que obligaba a una familia al silencio absoluto, donde la caída de un objeto era sinónimo de muerte. Era prácticamente imposible que no llegara una segunda parte, que comienza con una precuela, en una larga escena muy bien lograda y el primer ataque extraterrestre. Luego la acción continua a la primera película con la viuda, sus hijos más grandes y el peligro de acarrear con un bebe que no debe llorar. La hija adolescente es sorda y con el aparato de su implante coclear descubre que tiene un “arma” eficaz contra los invasores y que también hay otro humanos que ofrecen refugio. En ese momento el argumento se divide y permite acciones paralelas que aumentan el suspenso en algunos momentos casi insoportable. La madre, su bebe y su hijo preadolescente quedan en un refugio que puede dar resguardo pero a la vez peligroso para sobrevivir. El vecino , un siempre eficaz Cillian Murphy, primero reacio a recibirlos y luego compañero de ruta de la joven encarnada por Millicent Simmonds emprende otro derrotero que demuestra que los humanos pueden ser tan peligrosos como los bichos letales. El director vuelve a demostrar que maneja muy bien los hilos del terror, la tensión, las situaciones límite, cuenta con efectos de sonido que aportan lo mejor para remarcar cada escena, y los actores son expresivos y exactos. Mientras dura la película lo que ocurre se percibe como una experiencia inmersiva que no suelta al espectador en ningún momento. Horas después uno puede recordar que quedó por ahí algún cabo suelto, pero el entretenimiento en esta segunda parte sigue siendo redondo.