Esta es la segunda parte de aquella película de 2018 que nos contaba la forma en que una familia debía sobrevivir en un entorno rural luego a la invasión de seres de quienes, en ese momento, no podíamos asegurar si venían de otro planeta o cual era su real su verdadera procedencia.
El director John Krasinski se guarda la información sobre el origen de estas criaturas como parte de su muy buen trabajo como constructor de un clima de misterio y una atmosfera que constantemente anuncia peligro. En un mundo que nos ha acostumbrado a sagas con secuelas intrascendentes y descolgadas de la original esta película es una segunda parte en toda regla y no una secuela forzada ya que retoma exactamente dónde nos dejó la primera, es decir nos hace lidiar con las consecuencias básicas de lo sucedido en esos últimos instantes de la película anterior: el nacimiento del niño y la revelación sobre cómo acabar con estos seres extraños. En esta segunda parte nos encontramos con seres más rotos de que los se nos presentó en la original y que por lo tanto lidian con las consecuencias personales de aquellos acontecimientos.
Krasinski que fue incluido por la crítica dentro del grupo de directores englobados en aquella falacia llamada elevated horror; falacia porque nadie puede elevar aquello que desprecia. El director demuestra en esta película que está más cerca de su colega Jordán Peele que de directores carentes de capacidad narrativa como Robert Eggers y Ari Aster ya que lo que prioriza es la historia por sobre el virtuosismo visual intrascendente.
Krasinski narra de forma simple y eficaz porque tiene algo que contar sin hacer exhibición de sus conocimientos técnicos, no porque no los tenga sino porque no es necesario hacerlo y sobre todas las cosas porque no aportarían nada a la trama.
A Quiet Place es una película y parece una película a diferencia de otras obras del género que parecen ser tesis de jóvenes tímidos que tratan de defender su punto de vista con todos los fundamentos necesarios para sentar una tesis, pero olvidándose de aquello que en realidad quieren contar. Krasinski tiene la suficiente madures y seguridad como para no recurrir a trucos burdos para adornar su historia.
Es aquí donde la película y este estilo de terror en general me recuerdan a aquella definición dada por Gustavo Cerati y Ricardo Mollo en una entrevista en 2003 con motivo del lanzamiento de «Let It be naked», aquel álbum de The Beatles en el cual se despojaba al clásico «Let it be» de todos los arreglos impuesto por el productor Phil Spector. En aquella entrevista los músicos decían sobre Spector: «utiliza la pared de sonido y una serie de recursos de sonido que maquillan la composición original para encubrir sus propias inseguridades y falencias». Trasladando esas inseguridades y falencias al ámbito audiovisual puedo decir que Krasinski evita ese tipo de adornos y desviaciones porque está seguro de lo que narra y de la forma en que lo hace.
En cuanto a lo ideológico esta película surge en un momento en el cual la paranoia y las rispideces políticas entre oriente y occidente están puestas en primer lugar lo que nos hace recordar a aquellos clásicos de la década de 1950 y 1960 en los cuales las amenazas eran seres desconocidos, venidos de otro mundo y que amenazan el estilo de vida de las personas, pero muy en línea con las ideas contemporáneas la amenaza de alguna manera a infiltrado el territorio propio. Tal vez esto solo sea una casualidad, pero aun así no dejan de coincidir aquel momento histórico de tensión política con este.
A Quiet Place 2 nos presenta la historia desde el día uno de esta invasión de seres extraños, usando de forma narrativa este comienzo para presentarnos a los personajes sobre los que girara la trama de la película. En este film debemos seguir las tramas que se abren en torno a Regan (Millicent Simmonds), quien quiere compartir con el mundo la solución a la invasión que ha descubierto en la primera parte de esta historia, y Emmeth (Cillian Murphy) quien decide acompañarla y protegerla no solo de monstruos sino también de otros humanos; por otro lado, la historia nos presenta a Evelyn Abbott (Emily Blunt) quien debe proteger a su niño recién nacido y a Marcus (Noah Jupe) su segundo hijo quien ha sido gravemente herido en un accidente.
La película transcurre de forma dinámica, con un muy buen montaje que mantiene siempre atento al suspenso creado en cada escena. En el rubro técnico la película es más que correcta, pero eso algo positivo porque nos permite s centrarnos en lo que realmente importa, es decir la historia que se nos cuenta.