REVISITANDO UN MUNDO SILENCIOSO
No faltaban razones para encarar una secuela de Un lugar en silencio, película que triunfó en taquilla, juntando aproximadamente $340.939.361 con sus $17.000.000 de presupuesto, y también entre los críticos, obteniendo un 96% en Rotten Tomatoes y un 82% en Metacritic. También era tentador agrandar un universo cuya exposición, sabiamente, se había limitado a la perspectiva de los protagonistas. No tardaría en llegar una secuela, y -pandemia de por medio- ya se ha estrenado.
Como toda secuela, Un lugar en silencio: Parte II se ve en la obligación de realizar un doble movimiento, aparentemente contradictorio: hacia atrás y hacia adelante. El segundo, porque debe ampliar el planteo estético de la primera, expandir el universo narrativo y continuar el arco narrativo de sus personajes. El primero, porque tiene que invocar el éxito de la primera; tratar de reproducir el aura que la hizo destacar.
De lo primero, la película se hace cargo en la escena inicial, en la que conjura fantasmas y conecta lo que estamos por ver, la continuación de la historia, con su origen. Luego se libera, introduciendo nuevos personajes que tejen nuevos contrapuntos para los personajes que ya conocemos. Por otro lado, si la primera parte concentraba la acción en un lugar específico y mantenía a sus personajes juntos y estáticos, esta segunda los pone en movimiento y los separa, para encontrar allí nuevas etapas en sus desarrollos narrativos, así como escenarios y secuencias renovadas.
Hay que decir, sin embargo, que no por ello Un lugar en silencio: Parte II se deja de sentir por momentos como que emula a la primera. El ritmo general es el mismo; se repiten las herramientas gramaticales de la primera, salvo por alguna pequeña variedad; los conflictos generadores de suspenso, partiendo siempre de la lógica del contraste entre ruido y silencio, son muy similares. Se trata, resumiendo, de una secuela conservadora, que pretende repetir la experiencia de expectación de la primera pero introduciendo algunas variaciones que la diferencie lo suficiente como para sostener cómodamente su hora y treinta y siete minutos de duración. Si en algo despega (e, irónicamente, pero también afortunadamente, lo hace tal como la primera) es en su ejecución técnica, en la cual se observa cuidado y diligencia.
Tras el éxito relativo de esta secuela, queda ahora abierto el interrogante sobre cómo encarar una tercera parte, justificada también desde lo narrativo. A sabiendas de que es difícil que se desafíe una fórmula que ya probó ser exitosa dos veces, lo que resulta interesante desde el punto de vista del espectador tal vez no sea la posibilidad de encontrarse con la apuesta por una diferencia estética significativa, pero sí, al menos, por saber la conclusión de la atrapante trama de invasión alienígena, y el rol que estos protagonistas tendrán en ella.