Una segunda mirada a uno de los grandes estrenos del año.
Ya saben cuál es el punto débil de los monstruos, saben que hay más gente allá afuera y saben por sobre todas las cosas, que tienen que sobrevivir. “A Quiet Place” no solo dejó la vara muy alta para el género y el cine en un año que nos llenó de maravillas, también hizo que la tarea de hacer una secuela pareciera casi imposible. Al menos si se intentaba mantener la calidad en todos los sentidos de la anterior. Pero John Krasinski nos vuelve a sorprender y a demostrar que es un cineasta genial y con una sensibilidad increíble a la hora de contar historias.
Mientras la anterior se basaba en la ausencia de sonido y el silencio, “A Quiet Place: Part II” juega con el sonido. Con el ruido, con el lidiar con el mismo problema en el mismo universo pero de una manera diferente. La película empieza con un flashback al día que lo cambió todo, a la invasión. No solo sirve para mostrarnos acerca del mundo que quedó atrás y cómo eran sus vidas antes de la tragedia, también permite introducir al nuevo personaje que ocupará un gran rol en esta historia: Emmett (Cillian Murphy). Además, no resta el poder ver una vez más a Krasinski como un padre genial que llama a los perros que se cruza, señal clara de que es un tipazo.
Después de esa escena que muestra cómo fue la llegada de estos monstruos y con una transición sensacional al final de la primera película, la nueva historia de los Abbott empieza. Desolados por la pérdida de Lee, se dan cuenta de que tienen que buscar a otros sobrevivientes y la película se pone en marcha al instante. En su pequeña travesía no solo demuestran que ya tienen manejado el tema de cómo utilizar el audífono de Regan (Millicent Simmonds) para enfrentar a estos seres, también que la que llevará adelante la trama principal será Simmonds, que si ya en la anterior había demostrado ser una actriz impresionante, acá lo confirma.
Se encuentran con Emmett, una persona que solían conocer de su vieja vida, pero las cosas ya no son lo que parecen. “La gente que quedó, no es gente que valga la pena salvar”, dice en un momento el personaje de Murphy.
Pero sin necesidad de ahondar en detalles específicos de la trama que podrían arruinar la experiencia de quién vaya a verla, puedo resumir en que es una maravilla de película que logra mantenerte al borde del asiento, con los nervios de punta y que es una de las pocas cintas a las que le celebro todos los jumpscares, porque están bien utilizados.
En la primera entrega, la edición de sonido nos asombró a todos, algo que se da por sentado en muchas producciones, pero cuando está hecho de esta manera, no se puede hacer más que destacarlo. En “A Quiet Place: Part II”, vuelven a utilizar el recurso porque es parte inherente de este universo, pero son conscientes de que ya están en el exterior, salieron de la granja y ya las cosas no son iguales. Hay más sonidos, conversaciones y elementos que pueden acompañar y sumar a algo que parecía insuperable.
Las actuaciones, así como en la anterior, son sensacionales. Algo que no sorprende cuando pensamos que Cillian Murphy o que Emily Blunt son sus actores. Pero son los chicos los que se roban la atención, ambos en lugares muy diferentes y con arcos que parecen diametralmente opuestos pero que concluyen de la misma manera en uno de esos finales que logran conmover hasta las lágrimas y que transmiten épica. Esto no se logra solo con un guion ajustado, preciso y genial; llega gracias a que Simmonds y Noah Jupe, el actor que hace de Marcus, son dos intérpretes sensacionales que emocionan con solo una mirada.
“A Quiet Place: Part II” no deja nada que desear y está a la altura de su antecesora sin necesidad de repetir la trama o exprimir por demás los recursos. Presenta una nueva historia dentro del mismo universo, una especie de aventura y un gran crecimiento para dos personajes brillantes. Solo queda decir que John Krasisnki lo hizo de nuevo y que no puedo esperar para ver qué es lo próximo que hará.