Una de las sorpresas del cine de terror de los últimos años fue Un lugar en silencio, debut en la dirección del actor de The Office, John Krasinski, que, con un presupuesto modesto (22 millones de dólares) logró un éxito de taquilla extraordinario (340 millones, solo en cines). Pero también un logro artístico, con un film postapocalíptico cuya premisa puede definirse en una línea: una familia, los Abbott, intenta sobrevivir en un mundo invadido por monstruos de extraordinario oído. Con inteligencia, Un lugar en silencio (2018) le sacó partido a todas las posibilidades audiovisuales de esa idea. Una película casi muda, pues la familia, interpretada por Krasinski; su mujer en la vida real, Emily Blunt; y sus tres hijos deben hacer silencio a toda costa para no morir.
El “ejercicio” redundó en un impactante tour de force en el que los buenos efectos visuales estaban al servicio de una historia a flor de piel, con la vida y la muerte en juego todo el tiempo y con chicos que hablan en lenguaje de señas como núcleo central vulnerable, entre otras cuestiones delicadas que estallaban hacia el desenlace. El silencio (y el ruido capaz de convertirse en arma salvadora contra estos bichos que lo escuchan todo), asombraban con las posibilidades que ofrecían, junto al uso del fuera de campo, para una narración ingeniosa y llena de inusuales sutilezas para un film de acción y horror.
Esta segunda parte, que llega tres años después, ha vuelto a convertirse en éxito de taquilla pospandémica. Una secuela que arranca con una larga y extraordinaria secuencia de precuela, es decir, lo que pasó cuando el mundo apacible en el que vivían los Abbott se fue al diablo. Desde ese momento catástrofe al presente, en que la supervivencia continúa de manera aislada y parece haberse instalado la desconfianza del sálvese quien pueda.
La presencia de Krasinski es reemplazada aquí por la del irlandés Cillian Murphy (Peaky Blinders), otro sobreviviente, viejo amigo de los Abbott. Con los personajes en huida permanente, los realizadores y el elenco consiguen mantener un suspenso notable que no decae nunca, desde la primera hasta la última escena. Pedirle a esta segunda parte el nivel de sorpresa de la primera sería injusto, pero aún con una puesta menos imaginativa, Un lugar en silencio: parte 2 es una continuación a la altura de las circunstancias. Con la tensión al palo. Ideas para una tercera parte ya se anunciaron.