Callar para sobrevivir
John Krasinski, luego animarse a dirigir dos películas en el género de la comedia en 2009 y 2016, finalmente se anima a cambiar al terror en esta obra que además co-escribe y protagoniza junto a Emily Blunt, su esposa en pantalla y fuera de ella.
Más conocido por su trabajo como actor en títulos como Enamorándome de mi ex, Licencia para casarse o Dreamgirls, John Krasinski lentamente le va dando rienda suelta a su faceta de director. Su debut desde detrás de las cámaras fue marcado por la comedia dramática de 2009 Brief Interviews with Hideous Men aunque tuvieron que pasar siete años para que reincidiera en The Hollars, película del mismo género pero con un elenco de mayor renombre que incluyó a Margo Martindale, Richard Jenkins y Anna Kendrick. Y este año, buscando nuevos horizontes por lo menos en materia de género, llega esta propuesta que se contrapone totalmente a las anteriores y que si no estuviéramos al tanto de la mencionada carrera del Krasinski director, bien podríamos suponer que corresponde a un experimentado especialista del cine de terror.
Un lugar en silencio está ambientada en un cercano futuro de características apocalípticas. El año es 2020 y el mundo es un lugar desolado debido a la invasión de unas criaturas cuya única ambición parece ser acabar definitivamente con la raza humana. No sabemos de dónde vinieron, si son de este planeta o no, tampoco se sospecha que cuenten con un nivel mínimo de inteligencia como para establecer algún tipo de comunicación. Lo único que se sabe de ellas es que son ciegas pero, en contrapartida, tienen un sentido del oído altamente desarrollado por lo que los pocos sobrevivientes del ataque inicial están forzados a vivir una existencia de silencio prácticamente absoluto si no quieren ser salvajemente devorados.
El primer acierto de la película consiste en presentarnos a sus personajes principales en ese ambiente que caracterizará al resto de la historia: el silencio absoluto. Mediante la comunicación no verbal que entablan junto a una serie de portadas de diarios que dan cuenta de los monstruos y el factor auditivo que es clave, rápidamente y con total simpleza John Krasinski logra sumergirnos en un mundo tan opresivo como inminentemente peligroso. Esto terminará de quedar claro en esa misma etapa introductoria cuando la pareja conformada por Evelyn (Blunt) y Lee (Krasinski) puede solamente atestiguar cómo un inocente viaje a un abandonado supermercado de la zona es interrumpido por la tragedia.
Casi no hay diálogos y ya sabemos mucho sobre esta pareja, sobre el mundo que les tocó para criar a sus dos hijos y sobre los improvisados sistemas de seguridad que le fueron añadiendo a su casa de campo desde que la humanidad fuera invadida hace más de un año.
Con esa simpleza que antes mencionaba al hacer referencia al inicio de la película, el resto de la trama no pierde esa cualidad mientras nos acercamos al inexorable momento en que esta familia deba enfrentarse a los monstruos pero sin descuidar el aspecto narrativo que, siempre en silencio y con lenguaje de señas, logra notable profundidad dramática al poner el foco en las consecuencias psicológicas que ese viaje trunco al supermercado supuso para los protagonistas y cómo estos deben lidiar con eso mientras se hacen un tiempito para esquivar a incontables bicharracos de dos metros que se los quieren comer.
Tal vez con el único lunar que puede ser el uso de la música incidental y típica de las películas de terror para una historia que ya de por sí genera miedo a partir de su uso del silencio como elemento narrativo, Un Lugar en silencio no solo es una obra que le hace justicia a las buenas representantes de su género sino que se erige como una producción muy completa que interpela al espectador desde múltiples ópticas, como hacen las buenas películas.