Un lugar en silencio es una película plenamente de suspenso, no de terror como es clasificada en algunos lugares. Como muchos filmes estadounidenses tiene claras referencias de películas anteriores, en este caso es fácil establecer cierta familiarización con La Guerra de los Mundos, de Steven Spielberg. En ambas películas el suspense gira en torno a la dinámica familiar en medio del caos que supone el final de la civilización.
En el caso del filme que nos convoca, es interesante la inclusión de personajes con capacidades diferentes, y sobre todo que se apele a la hipoacusia para una obra de este género, donde generalmente el sonido es utilizado para concebir climas. El relato presta una especial atención acerca de la dificultad de vivir en un mundo en silencio, tanto metafórica como literalmente hablando.
Ni bien comienza el filme, el público se encuentra con una imagen que no está acostumbrado a ver, el espacio completamente desolado con un silencio abrumador. Los primeros cinco minutos alcanzan para comprender el mundo en el cual viven los protagonistas, ese deseo de que permanezcan en silencio para que nada malo les ocurra, aunque todavía no conocemos el peligro al cual se enfrentan.
La tensión aumenta constantemente, los momentos de relajación son muy pocos y por períodos breves, en este sentido, no hay un equilibrio de tensión-distensión. Solo cuando las cuestiones que “golpean” a la familia sean compensadas, esto producirá un “respiro”, cierto estado de conformidad en los espectadores, frente a lo que viven los personajes.
El final de la película es interesante, no solo por la resolución, sino por la posición en la que deja a las protagonistas.
Por María Victoria Espasandín