Con el viento plasma un complejo vínculo familiar a través de lo sensorial, no tanto desde lo que narra, sino desde lo que hace sentir. Como va construyendo el clima mediante las miradas, los silencios y las formas. El manejo del peso de la reciente muerte de un padre del cual no se habla, y mucho menos se llora, por lo menos hasta la mitad de la película. Nos sumergimos en todo lo que trae consigo la muerte de un familiar, los encuentros y desencuentros, la nostalgia, los rencores, lo que queda por hacer. También queda expuesta la distancia con la que se tratan madre e hija, una tensión que siempre parece estar a punto de quebrarse; una conexión rota por el tiempo, pero con un amor intacto. Con las miradas y los silencios prologados, dicen mucho más que a través de cualquier diálogo que pudiera darse. Por ejemplo, con la danza la protagonista logra expresar, de alguna manera, lo que le sucede. Mónica es reservada y desordenada, esto se transmite mediante los movimientos de la cámara en mano, junto con los encuadres que incomodan al espectador, aunque se condicen con la vida y personalidad de la protagonista. El tono de la película varía mayormente entre colores fríos, con escasos tonos cálidos. El clima acompaña narrativamente hablando; el frío tiene un significado tanto desde el ambiente, el lugar, como desde el guion. Siempre hay un énfasis sobre el frío que se siente dentro y fuera de la casa. El ritmo es muy lento, y la administración laxa de la información a lo largo de la película, la hace, de a ratos, poco llevadera. La ausencia del sonido es un recurso que se utiliza para momentos introspectivos de la protagonista; no sólo el silencio del diálogo, sino también la ausencia de sonido ambiente. El juego de luces y sombras también acompaña ese pasado, presente y futuro del mundo de Mónica. El trabajo de fotografía en la captura de paisajes y el transcurso del tiempo mostrado a través del montaje, hacen de Con el viento una película visualmente placentera. Es un relato sumamente sensorial, algo difícil de lograr. Por María Victoria Espasandín
El amor menos pensado, es una película romántica protagonizada por una dupla que funciona de forma muy dinámica en pantalla. Actores argentinos muy conocidos y con mucho oficio, que ya tienen un público fiel que los sigue. El filme apunta a un espectador que promedia los cincuenta años. La temática está dirigida a adultos que pueden sentirse identificados con determinadas situaciones propias de esa etapa de la vida, como por ejemplo, cuestiones de infidelidad, el “síndrome del nido vacío”, la relación que queda con tu ex pareja, cómo volver a establecer relaciones sexuales y/o amorosas a partir de cierta edad, el tema de la división de bienes, la vida antes, durante o después de un divorcio cercano o propio. La cuestión radica en que los conflictos no están muy delimitados por lo que resulta difícil entender cuál es el nudo, y el porqué de las decisiones que toman los personajes. Se sabe cómo termina la película desde su comienzo y esto resulta poco atractivo; durante el transcurso del filme esperamos que suceda algo que desequilibre el estado de los personajes, que los una o los separe, y nunca llega. Entonces todas las expectativas recaen sobre un final que termina desilusionando. Si bien desde el guion no hay una propuesta innovadora, los diálogos son fluidos y sentidos, lo que genera momentos muy divertidos. La interacción entre los protagonistas es genuina y natural, de ese modo, transmiten un humor a veces un poco ácido o irónico, que destila cotidianeidad. También es interesante destacar el juego de los colores, porque no solo une y separa acompañando dramáticamente la historia, sino que a su vez da cierta estilización a las situaciones que se presentan, respetando una clara paleta durante toda la película. Por María Victoria Espasandín
Estamos ante una película ambientada en los noventa, no solo se nota en las pequeñas sutilezas y detalles en cuanto al vestuario y utilería, sino también por la libertad implícita en el recorrido nocturno de cuatro amigas adolecentes que están en esa etapa de transición hacia la adultez. En el tratamiento con respecto al mundo que las rodea, los chicos, los adultos, la ausencia de una figura de autoridad, no se percibe el miedo característico contemporáneo al hecho de que sean cuatro jóvenes que andan de noche, en el centro, solas, sin que alguien sepa que están ahí. Si bien hay pequeños momentos de tensión en cuanto al peligro, a lo que implica estar solas lejos de sus casas, que es justo y necesario, no es algo que tenga al espectador alarmado, pensando en cuándo les va a pasar algo grave. Solo hay un breve encuentro con dos personajes que les representan el mayor peligro de la noche, y las llevan al límite, y se agradece que no pase algo más dramático. Situación que no le quita peso a la historia, en absoluto. La película plantea la complicada temática de la amistad adolescente. La trama no tiene un nudo claro entre los personajes, más bien acompaña a las chicas en este descubrirse, como grupo e individualmente, durante el recorrido. Este acompañamiento está marcado por movimientos de cámara y planos mayormente cerrados; quizás luego de un rato se hace un poco tediosa esta forma, pero una vez que entras en ese mundo, comulgas con la intención. La iluminación también acompaña muy bien momentos claves del filme, gracias al uso de ciertas tonalidades y colores. El final es inesperado y rompe con la estabilidad de la película. Como si fuera un puntapié para que a partir de ahí comience verdaderamente la historia, o un nuevo relato. Los breves diálogos vacíos de contenido dan cuenta del período que atraviesan las chicas. Por María Victoria Espasandín
Un lugar en silencio es una película plenamente de suspenso, no de terror como es clasificada en algunos lugares. Como muchos filmes estadounidenses tiene claras referencias de películas anteriores, en este caso es fácil establecer cierta familiarización con La Guerra de los Mundos, de Steven Spielberg. En ambas películas el suspense gira en torno a la dinámica familiar en medio del caos que supone el final de la civilización. En el caso del filme que nos convoca, es interesante la inclusión de personajes con capacidades diferentes, y sobre todo que se apele a la hipoacusia para una obra de este género, donde generalmente el sonido es utilizado para concebir climas. El relato presta una especial atención acerca de la dificultad de vivir en un mundo en silencio, tanto metafórica como literalmente hablando. Ni bien comienza el filme, el público se encuentra con una imagen que no está acostumbrado a ver, el espacio completamente desolado con un silencio abrumador. Los primeros cinco minutos alcanzan para comprender el mundo en el cual viven los protagonistas, ese deseo de que permanezcan en silencio para que nada malo les ocurra, aunque todavía no conocemos el peligro al cual se enfrentan. La tensión aumenta constantemente, los momentos de relajación son muy pocos y por períodos breves, en este sentido, no hay un equilibrio de tensión-distensión. Solo cuando las cuestiones que “golpean” a la familia sean compensadas, esto producirá un “respiro”, cierto estado de conformidad en los espectadores, frente a lo que viven los personajes. El final de la película es interesante, no solo por la resolución, sino por la posición en la que deja a las protagonistas. Por María Victoria Espasandín
Noche de juegos tiene una desventaja para el público que llega a la sala con bastante información: desde su tráiler todos los puntos fuertes de la película son resueltos, lo que quita sorpresa. El Filme es una comedia que toma momentos clave de varios filmes estadounidenses conocidos. Puede notarse la utilización del suspenso dramático expuesto, el cual abre juego al tono ridículo, y personajes con gags típicos de la comedia norteamericana. Como si se tratara de una mezcla de ¿Qué pasó ayer? (Hangover) y Al filo de la muerte (The game) con Scream. En el filme un grupo de amigos tiene como tradición lo que llaman “la noche de juegos”, los sábados se juntan y hacen diversas competencias, desde mímica hasta conocidos juegos de mesa. La pareja principal se conoce al principio del filme, en un contexto de competencias de juegos en un bar y así es como comienza su historia de amor. Transcurrido un tiempo buscan tener un bebé pero él tiene problemas de fertilidad, lo que se atribuye al estrés provocado por la futura llegada de su hermano, quien siempre lo supera en todo. Ya con su hermano en la ciudad y sus juegos exuberantes, la noche de los juegos queda atrapada en la duda de qué es parte del juego y qué no. Los amigos deberán descubrirlo antes de que sea demasiado tarde. Los protagonistas son bastante típicos: el estafador, el galán soltero, la pareja que busca tener un bebé y por algún motivo no pueden, la pareja que está junta desde el secundario, el raro, y las eventuales parejas del soltero. En cuanto a este personaje en particular se puede destacar que si bien en un principio, la pareja del galán es la estereotipada modelo que, por ser linda, parece no tener capacidad de pensar, esto cambia. Se reivindican y la segunda pareja que lo acompaña no solo es linda, despierta y tiene una carrera de contabilidad. Ella lo expone en cada comentario ofensivo con los que él la compara con sus parejas modelos. La propuesta desde el guion es interesante, el argumento es muy parecido al de la película de David Fincher, antes mencionada, pero puesta en un nuevo escenario con varios personajes, la intensifica y la hace más comedia que “Game”. La resolución en sí del conflicto, banaliza todo lo que vivieron los personajes a lo largo de la película, no hay una reflexión profunda respecto a lo ocurrido. No se genera una “justicia” o equilibrio para los personajes, el estafador, quien es el culpable de todo lo sucedido en la noche de los juegos, cumplida su condena sigue estafando y siendo más poderoso que todo el grupo de amigos. Es interesante para el espectador porque hay ciertos puntos en los que realmente no se sabe qué es real y qué está planeado. Luego de los créditos hay un epílogo muy interesante que se mezcla con la presentación de las actrices y actores principales, y cierra con la aparición del mejor personaje sin dudas, el vecino, mirando fijamente a la cámara, lo que permite un margen de duda sobre la posibilidad de una segunda película. Por María Victoria Espasandín