Tres escritores con conflictos de amor que repercuten en su profesión es una propuesta llamativa. Además pertenecen a la misma familia. Padre divorciado con dos hijos adolescentes. ¿Todos escritores? Todos escritores. Interesante.
Los Borgens están reunidos para el día de acción de gracias. Papá William (Greg Kinnear) es un escritor consagrado que todavía hoy está falto de inspiración merced a su divorcio de Erica (Jennifer Connelly, ¿cómo hace para estar cada vez mas linda?) dos años atrás. Por eso todas las noches pone un plato de más para la cena, “algún día va a volver”, dice. Su hija Samantha (Lilly Collins) es escritora también, con un libro a punto de ser publicado, pero no es el que su viejo le ayudó a corregir, sino otro que le es desconocido al progenitor. La muchacha tiene una política: Sexo y salidas esporádicas sí, enamorarse no, lastima mucho. Rusty (Nat Wolff) es otro escritor en potencia. Al contrario de su papá y su hermana, él no ha descubierto el amor todavía y es bastante tímido como para tener alguna chance. De todos modos, alguien le gusta.
Así se presenta “Un lugar para el amor”. Tres formas distintas de ver la vida y las relaciones en un mismo seno familiar, a lo que se suma al factor materno que lejos de estar ausente tiene tanta o más importancia a la hora de entender qué es lo que motiva a estos personaje a hacer lo que hacen.
Josh Boone (responsable de la inminente “The fault in our stara”, a estrenarse en 2014) decidió como guionista y realizador un camino bastante liviano para narrar esta historia, a pesar de contar con la alternativa de transitarla a través de la palabra escrita dada su preponderancia para la comunicación, la presencia, el significado, y el análisis. Decir a partir de lo escrito vs la escritura a partir de lo dicho. O todo eso frente a lo vivido por cada personaje.
Que los tres sean escritores y la mamá no, abre docenas de posibilidades para profundizar y explorar. Sin embargo queda en lo anecdótico. Apenas si se chicanean entre ellos con los autores que cada uno lee. En cuanto a formas y texturas con las cuales cada uno aborda su forma de escribir, tampoco parece importar. Ni siquiera un conflicto central que exponga maneras antagónicas de sobrellevar el mal de amores entre integrantes de una familia que evidentemente se quieren.
¿Entonces?
“Un lugar para el amor” aborda tres historias individuales, sobre como cada uno enfrenta la búsqueda de la media naranja, y se debate entre la tristeza y la felicidad, según el caso. Los tres relatos se conectan por la vocación y por algo inevitable que es el haber nacido en la misma familia. Por supuesto que cada uno aprenderá una gran lección que a nadie se le ocurrió llevar al cine hasta ahora: el amor todo lo puede.
Ciertamente no carece de virtudes. Los trabajos del elenco, buena música, un buen delineamiento de la postura de cada uno para hacer creíbles las acciones… Así y todo, deja un gusto a poco.