Debe ser difícil ser un escritor dentro de una familia de escritores. Sino, vayan y pregúntenle a algunos de los miembros del núcleo familiar de Stephen King qué se siente vivir bajo la alargada sombra del talentoso autor de terror. Más allá del hilo conductor que puede resultar una familia de hombres de letras -tópico llevado varias veces a la pantalla grande y con resultados dispares- lo que motiva a la familia Borgens, además de la literatura, es el amor. Ya sean realistas o puramente románticos, sus integrantes tienen diferentes visiones sobre lo que significa enamorarse, y también son esas visiones del amor lo que los separan entre sí. Josh Boone se despacha en Stuck in Love con una comedia romántica ligera, de su propia autoría, que narra las vicisitudes del amor verdadero al mismo tiempo que, con sutileza y no sin cierta franqueza e ironía, presenta una radiografía moderna de las relaciones actuales, con foco en una familia un poco atípica.
En la piel de Willam Borgens, Greg Kinnear vuelve a repetir ese papel que tan bien le queda, el de hombre de familia sensible y amistoso, que debe sostenerse en sus hijos adolescentes luego de que su esposa se case con un hombre más joven y apuesto que él. Habiendo pasado dos años desde ese momento, el bloqueo de escritor se encuentra en efecto y la ruptura lo dejó tan marcado que muchas noches se pasea por la casa de su ex-mujer para espiar qué tal la pasa su media naranja perdida. Kinnear es uno de los ejes narrativos del film, pero los otros dos tienen más potencia que el suyo. Sus hijos, también escritores en ciernes, están protagonizados por Lily Collins y el joven y fresco Nat Wolff, ambos sin dudas las revelaciones de la historia. No sólo tienen que explorar el mundo por sí mismos, sino que tienen el peso de experimentar la vida por insistencia de su padre, experiencia que los ayudará a convertirse en los autores en potencia que son. Ella, por un lado, irradia anarquismo social y se acuesta con chicos al azar para que las estúpidas reglas para relacionarse y encontrar pareja no la afecten, mientras que su joven hermano cae bajo el encanto de una compañera de clase con malas compañías y peores hábitos.
Collins, que viene del asfixiamiento de protagonizar una saga juvenil como The Mortal Instruments, se nota a gusto con su papel libertino y genera una buena química tanto con Kinnear y Wolff como con su interés amoroso encarnado por Logan Lerman, otra estrella en ascenso al que le queda la etiqueta indie -recordemos que protagonizó la excelente The Perks of Being a Wallflower-. A pesar de que su papel es el detonante de toda la trama, la presencia de Jennifer Connelly no tiene el peso que a uno le gustaría -la cámara la adora, eso es algo obvio- y no se siente como que su personaje haya sido muy desarrollado, en pos de profundizar a los otros miembros de la familia. El resto del elenco femenino secundario resta en los hombros de Kristen Bell, que aparece en algunas escenas en un rol bastante diferente para lo que nos tiene acostumbrados pero con su misma chispa habitual, mientras que Liana Liberato es la enamorada del joven Rusty, esa belleza que se sienta a unos cuantos asientos detrás de él y que le da un nuevo giro a la típica adolescente americana.
Boone es un ávido fanático de Stephen King y se nota desde las primeras escenas que es su escritor favorito, haciendo que el integrante menor de la familia sea un seguidor insistente, hasta el punto de recibir un inesperado cameo del afamado señor del terror. Y si esto no era aval suficiente de que la bibliografía de King inspira de alguna manera al realizador, su próxima película después de The Fault in Our Stars lo termina de confirmar: será el encargado de dirigir Lisey's Story, una de esas historias del autor que se aleja del horror y se apoya mucho en los lineamientos de los lazos familiares y el amor, claro, temas que en este primer proyecto del director abundan.
A pesar de que la película no cuenta con una cantidad aplastante de sucesos importantes que agreguen problemáticas a la trama, el trabajo de Boone es para seguir de cerca, siendo esta su primera incursión en el cine. Quizás no pase a la posteridad por su mensaje o su potencial fílmico, pero Stuck in Love ofrece una cálida y tierna visión sobre conflictos que toda persona tiene en su vida.