Una comedia romántica acorde a los tiempos que transcurren
En el año que transcurre entre dos celebraciones consecutivas de Acción de Gracias (típica fiesta de los norteamericanos que se da un mes antes de la Navidad), el panorama de los Borgens desencaja con el clima familiar y de reconciliación que se espera en esta reunión de seres queridos en torno a un banquete.
William, un novelista consagrado, es un hombre separado desde hace dos años, pero sigue enamorado de su exmujer, quien cambió a este intelectual perfeccionista por el dueño de un gimnasio.
William vive con Rusty, el típico nerd raleado de su curso de secundario, quien heredó de su padre el amor por las letras y el romance, y pretende conquistar a una compañera de clases “popular” y adicta a las drogas, leyéndole poemas.
Mientras el pavo relleno se hornea, cae a completar la mesa familiar Samantha, estudiante universitaria de Letras, novelista debutante, y una chica que --experiencia familiar mediante-- detesta a su madre, odia la idea del amor y busca en los hombres un momento de satisfacción pasajera.
Típica comedia dramática de estas fechas, la película significa el debut cinematográfico de su joven director, quien -dijo y se puede ver el video en Internet-- encontró en ella la oportunidad de dar un final diferente a la historia de su familia en la realidad.
Tal vez por eso, muchas de las situaciones que los personajes transitan y superan suenan tan conocidas como la tentación de un director nuevo de caer en una situación remanida para encontrar ese ansiado final feliz.
Quizás, a los efectos del relato, habría resultado menos artificioso atenerse a la fuente de inspiración, aunque el resultado no le fuese catártico al propio director.
No obstante, ¿quién quiere hablar de matrimonios destrozados cuando se acerca el fin de año? Lo más saludable es relajarse, castigarse lo menos posible en los balances y brindar.
En este sentido, se puede adoptar a Un lugar para el amor como una película que no será inolvidable pero tampoco desechable para los amantes del género y de los finales esperanzadores.
Greg Kinnear, Jennifer Connelly, Lily Collins y Logan Lerman componen un elenco equilibrado que hacen creíbles sus actuaciones.