Atención románticos empedernidos y amantes del cine que logra enamorarte de sus personajes porque si los que leen estas líneas se encuentran dentro de ese grupo, ésta definitivamente es su película. Un film que no van a tener ganas de que termine y cuando lo haga van a quedarse con una reconfortante sensación, aquella que solo puede dejar una gran historia.
Un lugar para el amor, título con el que se conoce aquí este estreno, en su idioma original se llama Stuck in love que vendría a ser algo como “atrapado en el amor”, y si nos basamos en esa premisa podemos analizar de qué va la película de una forma no lineal e interesante.
Lo grandioso en la cinta recae en los personajes y la desconstrucción de los mismos, en cómo los conocemos y como van mutado conforme avanza la trama. Todo en torno a cómo cada uno vive el amor (o el desamor) con el gran aditivo de una muy complicada historia familiar.
Si bien hay algunos que ocupan más lugar que otros en la pantalla, es difícil marcar quiénes son los principales y quiénes son los secundarios.
Así nos encontramos con un gran Greg Kinnear en un papel profundo y muy empatizante. Porque uno puede juzgar y denostar sus métodos (como espiar a su ex mujer) pero se llega a comprenderlo y tener ganas de compartir con él la esperanza que ni siquiera sus hijos comparten.
Lily Collins demuestra que puede actuar con un gran cinismo y Logan Lerman se perfila como el nuevo “actor romántico” de esta generación (imposible no recordarlo en la joya del año pasado Las ventajas de ser invisible).
Jennifer Conelly está para odiarla y luego amarla, al igual que la novata Liana Liberato cuya química con Natt Wolff (otro novato en una gran interpretación) es impresionante.
Y como si esto fuera poco, el mismísimo Stephen King tiene un acertadísimo cameo esencial a lo que hace a una historia que gira en torno a la pasión por la literatura dentro de una talentosa familia de escritores.
El guionista y director Josh Boone se luce con esta ópera prima no solo por lo señalado sino que a nivel estético. A lo mejor le faltó un poco de énfasis en la banda sonora y un par de repasos en la trama para que un par de desenlaces fueran menos previsibles, pero es lo único que se le puede objetar.
Un lugar para el amor es una película para creer, para decepcionarse y para volver a creer. Una coctelera de emociones que colapsan en el mejor sentido posible donde sin importar la edad que uno tenga va a sentir algo. Así sea valorar el amor que se tiene, añorar el que pasó o preguntarse por el que vendrá.
Una película para disfrutar en cualquier momento de la vida, solo o acompañado.