Un lugar para el amor

Crítica de Pablo Lespiaucq - La mirada indiscreta

Bloqueados

Una comedia romántica sobre escritores y su mundo de fantasía que interfiere con la realidad. Desde el comienzo, cuando los personajes hablan, se imprimen letras sobre la pantalla para dejar en claro que están narrando una historia (luego el recurso es abandonado inexplicablemente). Un novelista exitoso llamado Bill Borgens (Greg Kinnear) se encuentra bloqueado y no puede avanzar con su nuevo libro. La separación de su mujer Erica (Jennifer Connelly) tres años antes lo ha dejado sin inspiración. En vez de continuar con su vida, Bill la sigue esperando y con frecuencia va a su casa de noche para espiarla.

Los hijos de la pareja divorciada continúan viviendo con el padre quien los ha influenciado para que se conviertan en escritores como él. La hija, recién salida del secundario, recibe la buena noticia de que su primer libro será publicado. Samantha (interpretada por Lily Collins) lleva una vida liberal y de fiestas, y no quiere compromisos. Su hermano Rusty (Nat Wolff), en cambio, es un adolescente romántico e inexperto que está enamorado perdidamente de una compañera de la escuela a quien dedica sus poemas.

El conflicto central de esta película radica en el dilema irreconciliable entre el amor y el sexo, entre lo convencional o la supuesta libertad. Bill, como padre, pone un ejemplo contradictorio a sus hijos. Por un lado sigue convencido de que su ex esposa regresará pero, por otro, mantiene una relación casual con una vecina que consiste en tener relaciones sexuales durante 20 minutos cuando ella sale a correr (de hecho lo apura para mantener el ritmo aeróbico y luego sigue trotando).

Samantha sigue sus pasos, tanto en la literatura como en la vida, hasta que conoce a un chico que consigue conmoverla (Logan Lerman). Rusty, por su parte, alcanza su sueño y conquista a la chica idealizada (la angelical Liana Liberato) pero descubre que detrás de una imagen de dulzura y perfección se esconde una joven con muchos problemas. Sin embargo, Bill apoya esta compleja relación con la creencia de que su hijo ganará la experiencia suficiente para mejorar sus mediocres intentos literarios.

Con todos estos ingredientes se obtiene una película de amor genérica con pocas sorpresas. La narración es prácticamente televisiva y los giros dramáticos inverosímiles. Con la necesidad de mantener la calificación (P/13) se le baja el tono a la tensión sexual propuesta en un principio, lo cual priva a la historia de toda intensidad. Greg Kinnear atraviesa la cinta sin dejar nada para recordar y una tibia Lily Collins fracasa en vender la imagen de escritora femme fatale (es decir, una versión femenina de David Duchovny en Californication). Liana Liberato y Nat Wolff convencen pero les otorgan poco espacio. Un grueso error, voluntario o por falta de presupuesto, es la escasa presencia en pantalla de la siempre bella Jennifer Connelly. Es increíble que todos los actores principales y secundarios tengan escenas de sexo (aunque disimuladas y gélidas) menos ella.

La mano de los productores se siente demasiado en el guión. La idea de sumergirse en una familia de escritores que habitan juntos una casa y que se tienen celos profesionales y que viven al límite, era muy atractiva pero termina por diluirse. Todo acaba por edulcorarse con la escena final en una amable comida de “Acción de gracias”. Si bien es un buen entretenimiento y dura poco, nos quedamos con la ganas de conocer mejor a los personajes.