¿Qué es lo que estimula a un escritor a llenar páginas y páginas en blanco? ¿De dónde surge la pasión que convierte experiencias propias o ajenas en poesía? ¿Cómo hacen para crear historias tan inspiradoras aun siendo sus propias vidas un desastre? Algunas de las respuestas se pueden encontrar en “Un lugar para el amor” (USA, 2013), opera prima del realizador Josh Boone.
Con un arranque plagado de trazos gráficos, que afirman lo que cada uno de los protagonistas piensa de sí mismo, del mundo y de las relaciones, el director se mete de lleno en la vida de un matrimonio separado conformado por un exitoso literato, Greg Kinnear, y una ama de casa, Jennifer Connelly, con dos hijos (Lily Collins y Nat Wolff), que también ansían ser escritores e intentan sobrevivir en una realidad complicada, cada uno por su lado.
William (Kinnear) es el más afectado por la separación (el “Stuck in love” del título original), porque si bien entiende que su ex ha conformado pareja nuevamente y ni siquiera piensa en él, aún alberga la esperanza de que el tiempo vuelva atrás para poder así seguir pensando en la familia ideal que alguna vez soñó.
El germen de la ruptura ha sido sembrado en Samantha (Collins) quien en encuentros esporádicos, promiscuos y abruptos piensa que podrá escapar de una relación “evita el amor a toda costa”, es su lema, mientras suma experiencias para poder editar su primer libro.
Todo lo contrario a Rusty (Wolff), quien aún virgen, deambula por los pasillos de la preparatoria suspirando por Kate (la ascendente Liana Liberato, véanla, por si no lo hicieron en la explosiva” The Expatriate” junto a Aaron Eckhart), una de las populares. “Un escritor es la suma de sus experiencias” le dice el padre, y es ahí cuando Rusty deja de lado su fanatismo nerd por Stephen King y sale a la vida a buscar inspiración.
El amor los mueve, pero también los aísla, los hace pelear, los separa y los vuelve a unir. Porque por más empeño que pongan algunos, como Samantha, el romance inevitablemente golpeará a su puerta (Logan Lerman) y no habrá excusa posible para evitar entregarse a él.
Hay momentos de diversión, como cuando William espía a su ex tas la ventana o cuando Rusty en una fiesta comienza su relación con Kate. Tambièn hay momentos duros, pero Boone logra trascender la línea con diálogos ácidos y sólidas actuaciones del elenco protagónico.
Madurez, pasión, adulterio, romance, adicciones, el anhelo del regreso del ser amado perdido, el intento de mantener la esperanza ante la inevitabilidad de la muerte, lazos familiares, tópicos vistos muchas veces en la pantalla grande, pero que tamizados por el punto de vista de escritores noveles y consagrados (“Writeres” es el subtítulo en el original de la película) hacen de “Un lugar para el amor”, esa casa que habitan en la playa, un acercamiento a los grupos familiares del nuevo siglo, en los que cada uno tiene algo para aprender y sorprenderse. Atentos al cameo del gran Stephen King y a la amiga de William (Kristen Bell).