El turno de la mente
David Cronenberg se caracteriza por bucear en las perversiones del ser humano a través del cuerpo. Lo corporal representa de manera simbólica el lado oscuro de la mente. En Un método peligroso (A dangerous method, 2011), el director canadiense se ocupa de los personajes reales que estudiaron científicamente las causas de las relaciones entre mente y cuerpo: Sigmund Freud y Carl Jung.
La historia nos lleva a 1906, cuando Carl Jung (Michael Fassbender) está encargado del hospital psiquiátrico de Zúrich, al que ingresa una paciente declarada histérica: Sabina Spielrein (Keira Knightley). Ella parece ingobernable y entabla una especial relación con Jung como asistente de sus estudios psicológicos. Pero luego devendrá en una fuerte relación amorosa, marcada por la pasión y la violencia. Paralelamente, ambos visitaran al padre de la psicología Sigmund Freud (Viggo Mortensen), con quien discutirán métodos y nuevos estudios al respecto de la repercusión de la sexualidad en la vida de los seres humanos.
Un método peligroso es una película de reconstrucción histórica sobre un amor imposible con el psicoanálisis de contexto. Basada en el libro de John Kerr, el proyecto estaba destinado a ser protagonizado por Julia Roberts. Por suerte eso no sucedió y cayó en manos de David Cronenberg, que lo aleja de lo novelesco para aportarle su dosis de creatividad y oscuridad ligada –siempre- al ser humano.
La historia nos presenta un conflicto de intereses ligados a las primeras y revolucionarias teorías psicoanalíticas. Las teorías sobre la sexualidad descubiertas por Freud, interpretado por un soberbio Viggo Mortensen, y las teorías más relacionadas al misticismo que impulsa Jung. Entre la admiración y la confrontación por entender la mente humana, está lo incomprensible y aún por explorar, ligado a los placeres carnales. En esta dimensión se cuela el tercer teórico Cronenberg, quien asegura no querer comprender nada de la mente humana, sino sentir el goce por la exploración a través de sus films.
En el contexto de su filmografía, Un método peligroso no está entre los radicales límites que puede alcanzar el director de Festín Desnudo (Naked Lunch, 1992). Lo convencional del relato, su correlación histórica y su pie en la ciencia, restringen la creatividad arqueóloga de Cronenberg.
Sin embargo, desde un sobrio tratamiento del relato, de la ciencia y de los personajes reales, logra un film inteligente, atractivo y perversamente interesante.