Cronenberg reprimido
Un método peligroso, estreno de esta semana, es una película de David Cronenberg. Como tal, merece atención. Sin embargo, este juego histórico y conceptual entre Carl Jung, Sabina Spielrein y Sigmund Freud sólo por momentos logra escaparle al quietismo y la rigidez. Un método peligroso es, de todos modos, una película inteligente.
Pero una película inteligente no es necesariamente una gran película. Es decir, la película de Cronenberg está llena de “contenido interpretativo”, de detalles como para afirmarse sobre ellos y escribir. Referencias y conexiones a otras películas del director, referencias a la Historia (la que ocurría en Europa en el primer cuarto del siglo XX, los años de la película, y también la que ocurriría en el fatídico segundo cuarto). Hay también grandes cocciones de ideas sobre el psicoanálisis, y buenos planos de hermosos paisajes. Esas cocciones son demasiado grandes, demasiado conscientes de la posteridad: la película está hecha hoy, pero los personajes viven en el pasado, y esa tensión propia de todo cine “de época” no se resuelve satisfactoriamente. Se está en un pasado biográfico, pero la mirada es contemporánea. Así, los personajes no viven del todo, se sienten “escritos”, por más que Viggo Mortensen haga un Freud interesante en su opacidad (cuando la historia lo deja y no lo obliga a mostrar de forma demasiado evidente la envidia por el buen pasar económico de Jung). Parte de esa falta de vitalidad quizás sea herencia de la obra de teatro en la que se basa la película, y otra parte seguramente resida en los diferentes registros del calmo Michael Fassbender (calma que Tarantino usó provechosamente en la bullanguera Bastardos sin gloria pero que a Cronenberg le anestesia la película) y de la tensa Keira Knightley, que con sus sacudidas no parece poder salir de una posesión entre demoníaca y melodramática digna de otra película.
Hay demasiada elegancia en Un método peligroso, como si Cronenberg estuviera haciendo la película contra sus recientes y salvajes Una historia violenta y Promesas del Este. Así, las escenas de sexo entre Jung y Spielrein son demasiado pictóricas (¡y esa sangre demasiado fundamental!). Y todo es demasiado limpio, aséptico. Cronenberg suele tender a esa asepsia, pero las turbulencias de mucho de su cine anterior le impedían el mal de la elegancia, la estampita histórica con riesgo de “vidas de hombres ilustres”. De todos modos, otro grande como John Huston también tropezó con la biografía de Freud e hizo una de sus películas más flojas (Freud, 1962). Y la película más frontalmente psicoanalítica de Alfred Hitchcock, Cuéntame tu vida, tampoco está entre sus mejores. Y Fellini se empantanó con Giulietta de los espíritus. Es que, ya se sabe, el cine está cargado de psicoanálisis sin necesidad de traerlo y exponerlo de frente, conceptual o biográficamente.
Para cerrar por esta semana, les dejo diez recomendaciones de películas extranjeras para el Bafici (pondré más en El Amante y otras en algún otro medio):
Pablo, de Richard Goldgewicht
White Men de Alessandro Baltera, Matteo Tortone
Crulic - The Path to Beyond de Anca Damian
Des épaules solides de Ursula Meier
Community Action Center, de A.K. Burns, A.L. Steiner
El salvavidas de Maite Alberdi Soto
Unfinished Spaces de Alysa Nahmias, Benjamin Murray
El programa de cortos de los hermanos Zellner
P-047 de Kongdej Jaturanrasmee
Tabu de Miguel Gomes