Los comienzos del psicoanálisis, el amor, las perversiones y una amistad rota son los tópicos que David Cronenberg explota en su nueva obra.
A finales del siglo XIX, la medicina estaba por dar un giro inesperado. Ya no era el cuerpo lo que se buscaba curar, sino la mente, y no con remedios o bálsamos, sino con la palabra. Desde Suiza, Carl Jung (Michael Fassbender), un joven de 29 años, casado y a la espera de un hijo, busca implementar este concepto de la cura a través de la palabra, y la paciente experimental que encuentra es Sabrina Spielrein (Keira Knightley), una mujer con serios problemas mentales, extremadamente nerviosa, masoquista y con deseos sexuales irrefrenables. Ella viene de una familia bien y su cultura sorprende a Jung, que pronto la sumará a su equipo como ayudante, a la vez que la analiza.
Por el otro lado, en Viena, lo tenemos a Sigmund Freud (Viggo Mortensen), el creador del concepto de la cura a través de la palabra ("psicoanálisis", así lo bautizó) que es solicitado por Jung para hablar sobre el caso Spielrein. Para Freud, todo problema sale de uno, y casi siempre tiene su ancla en el costado de la sexualidad, pero Jung se niega a creer esto. El problema es que, con el tiempo, y sobre todo luego de la aparición de Otto Gross (Vincent Cassel) en su vida. Gross, era un psicoanalista muy perturbado, drogadicto y aprovechador, que lo único que parecía buscar en sus pacientes era que se acuesten con él.
Así, la relación entre Jung y Sabrina se hace cada vez más cercana, hasta llegar a convertirse en amantes, en donde el doctor puede realizar todas las perversiones que tiene reprimidas en su interior, ya que son cosas que con su mujer- una elegante madame de la burguesía- no podría hacer jamás.
Un método peligroso se podría dividir en dos películas casi distintas. Por un lado tenemos la historia de amor enfermizo que Jung y Spielrein protagonizan, que es el alma mater de ésta obra. Por el otro, tenemos los diálogos y discrepacias de Jung y Freud, en donde cada uno intenta dejar en claro su punto de vista sobre la mente humana y sobre el probable origen de sus problemas. Las diferencias entre ellos se hacen cada vez más grandes, y a lo largo de la cinta vemos cómo lo que comenzó como una relación fraternal se convierte en una guerra de celos, envidias y orgullos.
David Cronenberg realiza una dirección excelente, como nos tiene acostumbrados, pero lamentablemente la película en si no tiene una narración destacable, lo cual se convierte en su único punto en contra. En algo menos de dos horas de películas se intentan resumir casi veinte años de historia, y muchas veces los cortes son abruptos. Está bien que no hayan mostrado, por ejemplo, como Jung debió servir en la Primera Guerra Mundial como médico, pero al ser omitido tan violentamente, en la película esos años parecen apenas dos semanas, y se pierde la profundidad y las distancias que el tiempo marca entre los personajes.
De todas formas, el peso real de Un método peligroso cae en los actores, y el trío Fassbender-Mortensen-Knightley se pone la película en los hombros con facilidad. El cameo (no puede catalogarse como más) de Cassel también se destaca, haciendo de ésta una obra que realmente vale por los actores, y no tanto por lo demás. Y es que Cronenberg también quiso marcar esto, al hacer que la mayoría de las escenas sea en interiores, todas muy conversadas, en donde la palabra (no es casual) y no la imágen es la protagonista.