Hito en la historia del psicoanálisis
Tres sectores de público pueden ser atraídos por esta película demasiado hablada para el espectador común. Los interesados en la historia del psicoanálisis, ya que se cuenta la significativa relación entre Carl Jung y su paciente (luego amante y colega) Sabine Spielrein, relación objetada por Sigmund Freud. Los seguidores del director David Cronenberg, que en su elogiable madurez se prueba en una película de época sin un solo asesinato ni mayores violencias, donde la tensión se va forjando en los diálogos amistosos de maestro y discípulo levantisco, antes que en los diálogos ansiosos de analista y paciente alzada (que recibe complacida algunos chas-chas). Y quienes se deleitan con las ambientaciones exquisitas.
Esto último, porque el asunto transcurre en apartadas clínicas suizas para gente de dinero, y preciosos hogares y paseos vieneses de la Belle Epoque. El sobrio y refinado mobiliario austríaco, los aparatos de medicina de aquel tiempo, las bibliotecas, las ropas de la burguesía, son un deleite para el espectador que se agobie con los diálogos. Para él se lucen las huestes de la directora de arte Anja Fromm, la misma de «Cheri», también ambientado en la misma época, y la vestuarista Denise Cronenberg, hermana del director y su mano derecha en ese rubro.
Pero los diálogos son bastante buenos. Nacen de la pieza teatral «The Talking Cure», de Christopher Hampton, a su vez basada en el libro «A Dangerous Method», de John Kerr (dicho sea de paso, este Hampton es el que viene cada tanto a comer en San Telmo, y ha hecho buenas películas, pero también un bochornoso «Imagining Argentina» en las afueras de Olavarría). ¿Y por qué es peligroso ese método? Ahí está el motivo de discusión entre Freud y Jung, uno restringido a la observación científica y otro abierto a observaciones más cercanas y empíricas, pero ambos manteniendo en sus charlas el nivel y la compostura, lo que hace atractivo su seguimiento. Por supuesto, detrás también está la ambición del alumno. Curiosamente, la mejor escena de esa lucha civilizada apenas tiene dos líneas, y es cuando al padre del psicoanálisis lo mandan a la segunda clase de un transatlántico mientras el otro, mezquino y casado con una mujer más pudiente, viaja en primera.
Muy bien Viggo Mortensen, haciendo un vivo retrato de Freud sin solemnidades, severo pero de buen humor. Bien el ascendente Michael Fassbender. Medio cansadora la flacucha Keira Knighthley. De complemento, Vincent Cassel como Otto Gross, el iniciador de la «antipsiquiatría», personaje histórico que acá lamentablemente apenas queda mal expuesto. Para interesados en el caso Jung-Spielrein, hay una exposición más fuerte y comprometida, «Prendimi l´anima», de Roberto Faenza, acá editada directo en dvd como «Te doy mi alma».