La dignidad ultrajada
Un Minuto de Gloria (Slava, 2016), el tercer largometraje de ficción de los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov responsables del film La Lección (Urok, 2014) es un relato sobre la corrupción estatal y social en el país eslavo y está basada en hechos ocurridos recientemente que los directores buscaron retratar desde un ángulo social y humano. Ambos films, La Lección y Un Minuto de Gloria son parte de una trilogía sobre el trabajo, las condiciones sociales, la corrupción social y la deshumanización, pero principalmente la dignidad, concepto clave que articula toda la cinematografía de los realizadores, sin el cual es imposible realizar cualquier tipo de análisis sobre el film.
En medio de acusaciones de corrupción en el Ministerio de Transporte por parte de un periodista un trabajador del ferrocarril Tsanko Petrov (Stefan Denolyubov) encuentra en medio de las vías millones de levas (la moneda búlgara) desparramadas mientras realiza su recorrido diario. Al informar a las autoridades sobre el hallazgo sus compañeros lo critican por no quedarse con el dinero y el cuestionado ministerio utiliza el suceso para encumbrar a Petrov como un trabajador honesto, un ejemplo para la sociedad y hasta en un héroe de la República. En medio de la algarabía y la mala organización de la premiación el ministro ignora las denuncias de Petrov contra la corrupción extendida en el ámbito ferroviario y la jefa de relaciones públicas, Julia Staikova (Margita Gosheva), una acelerada mujer que piensa en el éxito todo el tiempo y está en un tratamiento in vitro para quedar embarazada, se lleva el reloj Gloria que el padre del trabajador le había regalado, una reliquia familiar con una inscripción del padre dedicada al hijo, para que le regalen un reloj digital nuevo. Esta acción es el punto central que desencadena todo el entramado de desinterés de los responsables del ministerio para con los trabajadores y con su dignidad y corona todo el destrato al que Tsanko es sometido por las autoridades que lo manipulan para sus intereses políticos.
El film de Kristina Grozeva y Petar Valchanov es una crítica insoslayable sobre la política en la actualidad, interesada tan solo en la opinión pública y en la medición de encuestas, completamente alejada de la realidad de la ciudadanía a la que pretende representar. Al igual que en el opus anterior la acción se vuelve cada vez más acuciante y desesperante en el contraste entre la solicitud del trabajador y los intereses y la mentalidad de Staikova.
En lugar de plantear solo una discusión acerca de la dicotomía entre corrupción y honestidad el opus compone una radiografía de la degradación social en la que los personajes se ven envueltos que se manifiesta en el desinterés por el trabajo, el escamoteo constante ante la desidia y la complicidad estatal y burocrática, y la tensión cada vez más apremiante en la vida moderna entre la vida personal y el mundo del trabajo.
A través de severos primeros planos la cuestión de la dignidad se instala en la película envolviendo cada situación en un desarrollo imperioso sobre el drama que los personajes padecen. Un Minuto de Gloria mantiene así un tono tan severo como atrapante en un film de carácter marcadamente social en el que las contradicciones estallan próvidamente en los márgenes del capital remarcando los problemas de un país quebrado espiritualmente por la garra inmoral del neoliberalismo.