Las piedras del mal
Marion Cotillard protagoniza un drama sobre una mujer prisionera de su matrimonio pero enamorada de otro sujeto, donde abundan las lágrimas, la pasión y la desnudez.
Si traducimos el nombre original en francés del film Un momento de amor (Mal de Pierres, 2016), se nos presenta el título “Mal de piedras”, el cual presenta una idea común y corriente. Una mujer que sufre de piedras renales y que debe internarse para ser tratada. Allí conoce a un paciente y el amor brota hasta por los poros. Sin dudas, un escenario muy poco frecuente para un amor pero sobretodo desalentador ya que hay un límite que se interpone ante ellos: su marido.
Nicole Garcia dirige su nuevo film buceando en un drama que no logra acoplarse y cae. ¿Es arriesgado? Si, las escenas son fuertes y apasionadas. ¿Es conmovedor? No, las escenas son predecibles y no logran impacto. ¿Logra entretener? Si, pese a ser un film francés, se llevan sus casi 120 minutos con absoluta tranquilidad. Entonces, ¿cómo podemos definir al nuevo film de dicha directora/actriz francesa? Aprovechando el título del mismo, y jugando con las palabras, dicha película termina siendo “Las piedras del mal”. Pero no porque ellas están endemoniadas o pecan de maldad. Para nada. Si no porque las mismas profundizan un concepto en el film que no es tal, ya que dicho padecimiento es una anécdota a la profunda historia que se intenta contar. Por lo tanto, ahogarse en dicho título, y tratar de sostenerse excusándose al respecto, deja en evidencia que es un tema consumible. La vida útil durable puede estar en otros conceptos y acá el film se resume en justificaciones exagerando la moral y las circunstancias que viven.
Una de las escenas del film refleja la desesperación por el alta del paciente que se enamora. Lo que debería exteriorizar franqueza, presta a la confusión. No está definida a simple vista alegría del personaje principal y, al contrario, denota egoísmo y aleja al espectador de la empatía. Por lo tanto, el film intenta sostenerse por el drama, por vivir una vida que uno no desea. Se resume y queda simplificado, por lo que abundan los minutos, las lágrimas y el exceso de desnudez del personaje. En lugar de desnudarse en alma, termina siendo superficial y casi sin sentido.
Marion Cotillard despierta suspiros en la platea masculina y no está en duda su capacidad actoral. Los films que elige realizar en su tierra natal rara vez son inequívocos y destaca a punto tal de lograr ser contendiente en los premios que se distribuyen anualmente. Un momento de amor es una película que quiere ser ambiciosa pero se limita, tal como se limita el personaje por su coraza matrimonial, y se simplifica, tal como lo expone en un título tan minúsculo.