¿La imaginación es más fuerte y preponderante que la razón?. ¿Los deseos subliminales son más poderosos como para no ver la realidad?
Eso es lo que afecta a la protagonista de este drama que vive una doble vida: Una es la que recrea su mente, y ella acepta como la real y la otra es la real, verdadera, que no le gusta pero la acepta con resignación.
Gabrielle (Marion Cotillard) nació en una familia estricta, ultraconservadora, donde la que decide, y se le obedece, es a su madre, porque las cosas son así, y aunque se las discutan, se las acata a regañadientes.
Tal vez, ante este panorama opresivo, la protagonista se interesa con pasión por la lectura de novelas románticas y pretende vivir así, como lo que está escrito en los libros.
La historia dirigida por Nicole García se desarrolla en una campiña francesa, poco después de haber terminado la Segunda Guerra Mundial.
Aunque su familia piensa que sólo tiene problemas emocionales, padece además cálculos renales, que la hacen sufrir mucho cada vez que tiene un cólico.
La mejor idea que tiene su madre es casarla con uno de sus peones rurales, José (Alex Brendemühl) que mira a su hija con sumo interés, aunque ella está, o cree estar, enamorada de un hombre casado.
Gabrielle transita su matrimonio constantemente triste y no tiene pudor en mostrarse así ante su marido, pese a que él la respeta y la cuida ella está disconforme y tiene una vida desdichada.
Por sus problemas renales, José convence a su mujer de internarla en una clínica suiza que tiene los máximos adelantos médicos de esa época.
La vida de ambos cambiará con este hecho, la de ella, porque está aburrida y visitará con frecuencia a un soldado herido en Indochina André (Louis Garrel) que le despertará nuevos sentimientos.
Los vaivenes que sufre la protagonista también se instalan en la película, que está contada como un flashback, y que además hay que estar atentos al poder imaginativo de Gabrielle.
Marion Cotillard sostiene todo el peso de este largometraje y demuestra que es una gran actriz, pero los personajes que la acompañan lucen demasiado acartonados, de manual, donde cada uno cumple su papel ayudando a que la historia fluya y se luzca la intérprete.
Esta realización desde su concepto primario es muy pretenciosa, cuenta con una gran producción, bellos escenarios, y una lograda ambientación de época, pero se choca con una dura realidad como la que golpea a Gabrielle.