La guerra interior
La película de Nicole García es un melodrama que se apoya en la dinámica de un triángulo amoroso, donde la figura y el carisma de la sensual Marion Cotillard eclipsa a los dos actores que la acompañan. En este caso, Louis Garrel y Alex Brendemühl. Se trata en un sentido de dos guerras, por un lado la que tiene que ver con los conflictos bélicos reales luego de los años 50, más precisamente la de indochina ligada al personaje interpretado por el joven francés Louis Garrel, en el rol de un soldado herido de quien la protagonista se enamora perdidamente, y por otro de la guerra interior de la propia Gabrielle en pugna entre el deseo sexual, producto del despertar del cuerpo y la represión relacionada con la época y con el papel de la mujer en esa sociedad.
Despojada de todo romanticismo rosa, el relato se concentra en los trastornos emocionales de una mujer a quien la obligan a contraer matrimonio con un obrero español -sobreviviente de la guerra civil española – al que no ama, única opción para evitar una internación en un psiquiátrico. Gabrielle es una mujer impulsiva, seductora y capaz de poner en jaque todo tipo de norma social, que su familia de origen burgués procura defender a rajatabla. Su franqueza hacia su flamante esposo deviene en un pacto mutuo que se termina por consolidar con lo que podría denominarse un matrimonio por conveniencia.
Sin embargo, el matrimonio implica la obligación de tener hijos y un problema de cálculos renales origina una estadía en un balneario para someterse a un tratamiento, alejada de su esposo. Allí, conoce a un soldado y a partir de ese momento el tortuoso triángulo extiende sus vértices, el film adopta entonces cierta atmósfera de tensión y una incipiente obsesión de la protagonista que con algunas vueltas de tuerca imprimen al relato un ritmo diferente.
Tal vez, la película de Nicole García busque hacerse cargo de la represión sexual de Gabrielle y por eso oscile entre un sutil erotismo, pero que queda empañada por el drama y las conductas erráticas de la más damnificada en la relación.
Lo que es de destacarse es la labor de Marion Cotillard, su fotogenia y capacidad para componer un personaje torturado, sin la exageración del gesto pero con mucha intensidad en sus intervenciones y exposición física.