Superfluas palabras de consuelo.
En Un Monstruo Viene a Verme, Conor, un chico de 12 años, tiene a su madre (Felicity Jones) enferma de cáncer terminal. Como si fuera poco, también tiene un padre ausente, le hacen bullying en la escuela y no soporta a su abuela (Sigourney Weaver) con la que irremediablemente tendrá que vivir. Una noche se le aparece un monstruo gigante con forma de árbol. Al instante se delata que esa amable criatura es producto de su imaginación, así que no hay misterio en eso. El monstruo propone contarle 3 historias a vambio de que Conor le cuente una cuarta, la verdad de sus sentimientos. Raro en principio, porque el único sentimiento que sospechamos que tiene es que está triste por perder a su madre, así que eso no generaría ninguna intriga. Debemos entonces esperar 3 historias con sus pertinentes moralejas (animaciones de una gran fuerza visual) contadas por una bestia muy parecida a Bárbol de El Señor de Los Anillos. El relato de la enfermedad es intensamente dramático (no así el de los cuentos) pero el chico, el árbol monstruo y Felicity Jones quedan muy por detrás del trabajo actoral de Sigourney Weaver, que de cualquier manera no aparece mucho. Un Monstruo Viene a Verme tiene todos los elementos para que uno se emocione y llore mirándola. Sin embargo puede que esto no suceda aunque uno haya vivido una situación parecida.
ALERTA DE SPOILERS. Esto significa que desde aquí se van a contar datos reveladores que pueden arruinar el disfrute de la película.
Lo cierto es que este niño tan imaginativo esconde un secreto. En realidad él quiere que su madre muera para no sentir más dolor. No la madre, sino él, o sea, un sentimiento directamente egoísta.
No logro entender del todo cuando después de que alguien fallece por una larga enfermedad se diga la frase: “bueno, mejor así”. ¿Es posible que alguien no pueda imaginar algo mejor que eso? Mínimamente mejor sería que se recupere y viva 10 años más. Sé que supone desear que la persona deje de sufrir. Así y todo no comprendo ese festejo por la muerte de alguien antes de que éste decida irse por voluntad propia. Tampoco lo concibo como palabras de consuelo para aquel que perdió un ser querido. Uno se siente triste y punto ¿Por qué ha de existir una buena noticia en todo eso?
Seguidamente a develarse el secreto, la madre de Conor muere y el monstruo decreta con sus palabras que ya el chico aprendió las moralejas y “la dejó ir”. Me niego a pensar que un niño tan creativo, tan soñador y tan sensible como Conor no espere verdaderamente algún milagro que salve a su madre ni que la deje ir tan fácilmente justo en el momento de su muerte.
Luego de que el monstruo cuenta la primera historia y omite algunos datos para hacer más sorpresivo el final, Conor lo acusa: “es una historia terrible y un engaño”. Un Monstruo Viene a Verme le cuesta escapar a ese juicio.