Híper estimulados
La rutina laboral y el tratar de encontrarle un sentido a su vida lo tiene a maltraer a Qohen Leth (Christoph Waltz) en Un mundo conectado (The Zero Theorem, 2013), de Terry Gilliam, un film que profundiza de manera irónica sobre muchos de los males que la hiperconectividad y el retraimiento individual han repercutido sobre las relaciones sociales.
Qohen no concibe tener que salir de su casa para cumplir un horario en la empresa Mancom, dirigida por el "gerente" (Matt Damon), a quienes todos ven como la respuesta a algunos problemas existenciales. A regañadientes va, pero principalmente para que una junta médica pueda determinar su incapacidad, no para la tarea en sí, sino para acercarse a la empresa, algo que a él le disgusta y estresa. Se sumerge en algo que lo contamina y lo rechaza.
El contacto con el otro (físico y mental) es algo que ha perdido, y mientras combate sus miserias y fantasmas, aparece en su vida Bainsley (Mélanie Thierry), una joven y bella mujer, fresca y desinhibida (lo opuesto a él) con quien creara un vínculo que con el correr de los días se fortalecerá y lo hará cuestionar sobre sus principios y creencias. Del encierro y el silencio pasara de un día para el otro a la apertura y la dicha, algo que para sus arcaicos esquemas no será algo viable.
Porque hay otra razón por la que Qohen no desea salir de su casa, la inminencia de un llamado que le dé la respuesta exacta a su existencia, también es su más recurrente pesadilla, la de no estar ahí para atender. El amor por un lado y la comunicación latente, son las dos cosas que desvelaran a Qohen y que además determinaran sus decisiones, muy a pesar suyo.
Un mundo conectado habla de la soledad en el acompañamiento y de la necesidad de estar todo el tiempo conectado a algún dispositivo. No importa si el contacto real no está presente, porque en la inmensidad del vacío del mundo virtual el otro inexistente me completa.
Película que deambula entre la denuncia sobre una realidad que abruma, exagerados mecanismos de control y la búsqueda de respuestas a una existencia cada vez más vacía, Gilliam aprovecha su maestría y punto de vista particular para poder profundizar sobre aspectos de la condición humana y su relación con la tecnología.
Año de películas que desarrollaron conceptos bastante particulares sobre este último ítem (Ella, La Corporación), Terry Gilliam, con su surrealismo, exageración y desbordes, brinda respuestas puntuales a la dualidad planteada desde el primer momento que el hombre encendió una máquina. El hombre, ¿domina a la tecnología o viceversa?