Un poquito de Julio Verne y otro tanto de H.G. Wells, un despliegue visual que remite por momentos a la imaginería de los libros infantiles de Dr. Seuss pero también con algo de Avatar, las desventuras de tres generaciones de una familia de exploradores en busca de ese mundo extraño al que alude el título y alegorías bastante evidentes respecto del cuidado del medio ambiente y la diversidad sexual. Así, entre referencias algo obvias y mensajes políticamente correctos transcurre -con la ya acostumbrada excelencia en la animación, las mejores intenciones y ciertos lugares comunes de un guion no siempre inspirado- esta película realizada por Don Hall (Grandes héroes, Moana: Un mar de aventuras, Raya y el último dragón) y su colaborador Qui Nguyen (el autor de la historia que aquí además debuta como codirector)
Todo comienza con una expedición que no termina nada bien por las diferencia entre el intrépido patriarca Jaeger Clade (la voz de Dennis Quaid) y su mucho más precavido hijo Searcher (Jake Gyllenhaal). Transcurren 25 años y nos reencontramos con Searcher ahora casado con Meridian (Gabrielle Union) y como padre de un adolescente de 16 años llamado Ethan (Jaboukie Young-White). La familia interracial vive en armonía en una granja de Avalonia que tiene una fuente de energía limpia y renovable que proviene de una planta llamada Pando, descubierta en aquel viaje inicial. Pero, claro, los recursos no duran para siempre y una inconveniente plaga obligará a los Clade a salir en busca de ese mundo extraño, que no es otra cosa que un exuberante ecosistema dominado por coloridos paisajes, exóticas criaturas y, claro, unos cuantos peligros.
La película tiene un interesante planteo inicial, pero luego el guion se torna un poco caótico y la narración no hace más que acelerar para ofrecer una acumulación de estímulos visuales y golpes de efecto. Los personajes no alcanzan la gracia ni la empatía de films previos de Disney (y de sus primos de Pixar), pero compensa cierta sensación de deriva con una animación prodigiosa que tiene algo de espíritu de comic y de aquellas viejas revistas pulp.
Epica familiar en la que habrá espacio para la reconciliación luego de profundas grietas generacionales, Un mundo extraño es un relato de aventuras con moralejas ecologistas y un adolescente gay, Ethan, que finalmente se encontrará con su objeto del deseo, Diazo (Jonathan Melo). Sin embargo, no habrá beso como en Lightyear, sino apenas un abrazo. Disney se arriesga un poco más que antes, pero tampoco demasiado. Algo parecido a lo que ocurre con la película en general.