Debe saludarse con júbilo esta segunda propuesta de Rodrigo Moreno quien, años después de El Custodio (2006) nos ofrece un registro completamente distinto, muy a la manera de Martín Rejtman y sus toques de humor negro, si hasta le pide prestada a una de sus actrices Rosario Bléfari de Silvia Prieto.
La historia es sencilla en su punto de partida. A Boris (Esteban Bigliardi), su novia Ana (Cecilia Raniero) le pide un impasse en la pareja de ambos para poder evaluar que le pasa, lo que sirve de marco para que el protagonista inicie una búsqueda de sí mismo, de sus emociones, sensaciones, preferencias, gustos, buceando más en sus falencias que en sus logros.
Ese mundo, el que parece tan atractivo y atrapante desde una perspectiva exterior, es el que parece constituirse como inasible para Boris en sus reiterados intentos por aproximarse a una alternativa que lo satisfaga. El misterio del título va trocando en monotonía, soledad, vacío existencial. El desarrollo va acompañado de un delicioso humor negro y seco que nos hacen más digerible la visión de este film. En los complejos recovecos de esta propuesta parece también adivinarse la presencia del finlandés Aki Kaurismaki.
Hay dos escenas para destacar: La del colectivo, maravillosa síntesis del proceso de crisis de la pareja y del grado de avance e introspección de cada uno de sus integrantes, y la sólida secuencia final, que desde su maravilloso y silencioso patetismo nos sacude de esa modorra fría para introducirnos en ese solemne paisaje de la profunda tristeza.
Un auténtico Moreno en estado puro de creación.