En el marco de la Competencia Argentina de esta 13º Edición del BAFICI se presentó Un mundo misterioso, la segunda película en solitario del director Rodrigo Moreno. Esta se inicia con una bella secuencia en la que Ana, con un logrado manejo de luz y sombra sobre su cuerpo desnudo, le pide a Boris un tiempo de distancia. Él, todavía sorprendido por lo repentino del pedido, pregunta la duración de ese lapso tratando de encontrar alguna explicación.
Este nuevo filme de Moreno se centra en la figura del abandonado Boris y de cómo sobrelleva ese tiempo que su pareja le exige. Clásico desde donde se lo enfoque, toma soda de sifón, escucha vinilos en su tocadiscos, visita cuanto bar histórico puede y su tarde soñada es pasarse las horas en una librería recorriendo páginas de libros antiguos. Afectado por la separación, compra un extraño auto rumano, que todos confunden con un Renault 6, y deambula por una ciudad grande en busca de alguien con quien relacionarse. De este planteo se desprenden gran cantidad de situaciones cómicas, algo que se ve reforzado tras la aparición de un viejo amigo que lo lleva a una fiesta, en la que de a poco empieza a reaccionar.
Un mundo misterioso se encuentra con algunos problemas, a los cuales tuvo que responder el propio Moreno en la función a la que asistí. Si bien las respuestas acabaron por ser satisfactorias, el director no va a estar presente en cada exhibición para explicar qué quiso hacer, y entonces las dificultades persisten. El literalmente quiere reflejar las sensaciones del protagonista con el manejo de su cámara, entonces por ejemplo cuando Boris deambule, su cámara deambulará y seguirá a otros transeúntes. La molestia principal en ese sentido es la excesiva duración del filme, la cual se debe a una intención por reflejar la larga espera del protagonista. Para estirar la película lo que hace es incluir muchos tiempos muertos que le hacen perder no solo gracia sino también el ritmo.
Este problema de la duración acarrea otro más importante que abarca toda la película y es una cuestión de concepto. El director sostuvo que Un mundo misterioso trata sobre el tiempo, sin embargo esto no es algo que se perciba, sino que lo que vemos son sus efectos sobre Boris. Esta "falta" de tiempo se refuerza con la ausencia de toda referencia temporal hasta casi el final, lo que implica que para centrarse en el tiempo, Moreno hizo un excelente trabajo para mantenerlo oculto.
Uno creería entonces que lo que se está viendo es una historia sobre un joven despechado y sus intentos por superar esa situación de soledad, pero en realidad lo que Moreno buscaba era retratar el transcurso de un período. Sólo de esta forma se puede entender entonces ese final tan cobarde que demuestra que el crecimiento del personaje era nulo, algo que no se hubiera sentido tanto si el presentador no advertía al público que esta era una película "de hombres".