Mezcla cruel de thriller, terror y sátira a la TV
Aviso para claustrofóbicos, paranoicos y afines: esta obra los hará sufrir bastante, pero es breve, de sólo 82 minutos, y tiene final feliz. No para todos los personajes, claro, pero hay unos que saltan de contentos. ¿Conviene sintonizar con ellos? Hay gente que sintoniza con semejantes sujetos. Muchos espectadores de la pantalla chica lo hacen, diariamente, acríticamente, y felizmente para sus anunciantes.
«Un mundo seguro» viene a ser una mezcla fuerte y cruel de thriller psicológico, sátira a la TV y amago de terror. Sólo amago, sin mayores misterios inexplicables para la ciencia o para la simple lógica, ni demasiada sangre a la vista, ni truculencias desagradables. En cambio hay unos trucos indicados para incomodar al público y, sobre todo, al antipático personaje protagónico.
Dicho especimen es un prepotente mandamás de la televisión, harto desconfiado y con algún pasado turbio, que se hace instalar una casa inteligente donde refugiarse. Pero la casa es más inteligente que él, y rencorosa, y burlona, para solaz de los chimenteros que odian a semejante bestia. Lo odian con justificada razón, y con apasionada dedicación. Y lo necesitan, y a la vez también necesitan refregarle por las narices su «profesionalidad», como se dice ahora, maldiciendo el idioma. Así es, los programas televisivos de chimentos se alimentan de la tele, de igual modo que los programadores de sistemas de seguridad se alimentan de los inseguros, y las casas de sus habitantes.
¿Es cierto esto último? ¿Llegará a ocurrirle semejante cosa a nuestro odioso jerarca? La verdad, cuando el tipo ya está demasiado loco hasta podríamos salir de testigos a favor de la casa. ¡Pero es una hija de su amable padre! Con esa cordial voz femenina programada para sacar de quicio a cualquiera en los ascensores, pero extendida a todos los rincones. Que para colmo se vuelven rincones virtuales. Y todo el paquete fue entregado sin manual de instrucciones.
Por su parte, Eduardo Spagnuolo, el director de la película arma su propio manual, de lo que resulta una pieza propia que combina géneros y recursos con el debido empleo de cada uno, sin depender demasiado de ninguno. Su mayor dependencia, los dos pilares de la puesta, son Carlos Belloso, protagonista que hace un verdadero tour de force, y Javier Galase, que diseñó y realizó la postproducción, y también se ocupó del montaje, esto último con Danilo Galase. Puntales laterales, Antonio Birabent (adivine en qué comentaristas viperinos de la televisión se inspira su personaje), Carla Crespo, y Vanessa Motto Guastoni.