Contra viento y marea
La directora israelí (nacida en Nueva York), quien debutara auspiciosamente con “La esposa prometida” (2012. estrenada en Argentina dos años después), vuelve a introducirnos en el mundo de la ortodoxia judía israelí, más específicamente de Tel Aviv
Torna a empotrarnos (en esto está en juego el titulo original del filme) pues ella pertenece a esa comunidad, habiéndose convertido con su nueva producción en la primera religiosa en filmar un texto que puedan acceder los otros.
Su radiografía de ese mundo circula entre la observancia respetuosa y la sublevación imperiosa.
Establecida como una comedia, narra la vida de Mijal (Noa Koler), una treintañera, durante los treinta días anteriores a su boda, simultaneamente un mes posterior al abandono a que su prometido le hace objeto.
La fecha establecida es la última noche de “Januca”, la fiesta de las luminarias en el calendario judío. No es casual.
Ella no acepta no casarse, prosigue con los preparativos de la boda aunque no tenga novio, prometido, o algo. Dios proveerá.
Januca es la fiesta de los milagros, de la esperanza, muy cercana en la fechas de navidad, así como en su primera película ponía en juego y duda los mandatos religiosos aquí se establece en romper o no con “La fe mueve montañas”.
Si tengo fe, entonces aparecerá el novio, dice constantemente nuestra heroína, en una medida similar al personaje de Bess McNeill en “Contra viento y marea” (1996) interpretado por Emily Watson, pero sin llegar a esos extremos,
Pone a prueba los mandatos religiosos casi rayano en el fanatismo. Por qué Dios no puede producir un milagro para mi. ¿Acaso no soy una buena judía, observante, respetuosa?
En la prosecución de su “destino” es apoyada, con ciertos limites, por sus afectos más cercanos: su madre, su hermana, su mejor amiga y socia del zoológico ambulante que poseen.
Es así que hasta realiza un casting de posibles candidatos para su boda, y es en esta selección donde se juegan las escenas más solazadas cuando las miramos desde lejos. Sobre el personaje pesa el drama.
El titulo original del filme podría traducirse como “Atravesar la pared ”, bastante más acorde al texto, en tanto que el elegido para la distribución en nuestro país da una sensación univoca y equivocada de esta producción.
Constituida como una comedia, que sin embargo tiene de manera equilibrada su dosis dramática, si algo sostiene toda su estructura es la actuación de la actriz protagómnica, apoyado por los secundarios, y sumado al guión más ingenioso que inteligente, más simpático que humorístico y sin embargo funciona ya que deja en suspensión lo expuesto a la interpretación del espectador. En esto reside una de sus mayores valías.
Nada es del todo una certeza.