Aunque se centra en una temática transitada por numerosos films, la directora israelí Rama Burshtein presenta una mirada bastante realista.
Michal (Noa Kooler) es judía ortodoxa y se separa de su prometido a un mes de dar el sí. Lejos de cancelar el salón y el catering de la fiesta, decide seguir adelante con sus planes, pero eso implica el desafío de encontrar un novio en 30 días.
Un novio para mi boda (Through the Wall, 2016) es una comedia que muestra las dificultades de la protagonista para conseguir pareja en una sociedad signada por los mandatos religiosos y culturales. El rol de la mujer y la imperiosa necesidad de casarse y formar una familia, son los ejes de una película que aleja cualquier representación del romanticismo.
Hay momentos en los que se torna un poco larga por los aspectos culturales que resultan ajenos. Y la atención se mantiene sólo por la intriga de saber si Michal va a conseguir lo que busca.
Burshtein invita a conocer una sociedad en la que la religión ocupa un papel fundamental. La intención es buena, pero no logra convencer y cae en lugares comunes.