Estrenada en el mismo Festival de Venecia en la que se dio a conocer BIRDMAN, era obvio que una película como UN NUEVO DESPERTAR iba a quedar opacada por el show-off técnico/emocional que fue aquella película que terminó ganando el Oscar. Curiosamente, en los puntos en los que una y otra se tocan, tengo la impresión que el filme de Barry Levinson (RAIN MAN) protagonizado por Al Pacino es mejor, más incisivo, sincero y crudo que el de Alejandro G. Iñárritu. Ambas se centran en un actor en decadencia y con algunos problemas mentales, ambas cuentan con situaciones oníricas (o no del todo claras) y tienen una performance central que se lleva puesto todo. La ironía es que BIRDMAN funciona narrativamente mejor, pero esta adaptación de una novela de Philip Roth que aquí se editó como LA HUMILLACION es cinematográficamentre más torpe pero emocionalmente más verdadera.
El problema de UN NUEVO DESPERTAR es que no es sólo sobre la vida de un actor decadente y su trama principal –la relación de este veterano intérprete y una joven lesbiana que se enamora de él– es decididamente más floja y complicada. La novela no es de las mejores de Roth y si bien Levinson y el guionista de EL GRADUADO, Buck Henry (con Pacino, un trío de veteranos de la vieja guardia hollywoodense), le han cambiado bastantes cosas para hacerla un tanto más “políticamente correcta”, no logran que esa transformación tenga vida cinematográfica propia. Da la impresión de que fuera de su relación con el teatro y con el paso del tiempo, el filme no logra sostenerse del todo.
Humbling PacinoEl inicio es lo mejor, entonces. Es allí donde Pacino saca todas las plumas y va y viene de Shakespeare al texto del filme, luciéndose en un tono un tanto menos histriónico que en sus últimos papeles, pero que igualmente deja en claro su condición de divo de la actuación. Acaso como uno no puede terminar de separar del todo al actor del personaje, estos pasajes del filme resulten los más emocionalmente honestos, donde se lo siente más comprometido. ¿Qué pasa cuando un actor no puede recordar más sus textos? ¿Cuándo confunde su vida con sus trabajos, sus palabras con las palabras de otros? ¿Cuándo se piensa a sí mismo actuando en el mundo real y mira a los demás como personajes también?
Ese tema de la novela y del filme son sin dudas los más ricos de analizar (no por nada Pacino abre con el famoso monólogo de COMO LES GUSTE: “Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres meros actores”), pero una vez que el tema va cediendo en importancia, lo mismo sucede con la película. Tras lanzarse desde el escenario al final de esa obra y pasar por un psiquiátrico, Simon Axler (Pacino) se retira a una casa de campo y allí se reencuentra con Pegeen (Greta Gerwig), la hija de dos actores amigos suyos de toda la vida. Ella estaba enamorada de él de pequeña y si bien hace 16 años que solo sale con mujeres, no puede evitar la tentación de dejar todo por él.
humbling1Allí el filme entra en una zona enrarecida tanto en lo temático como en lo narrativo, ya que nunca sabemos hasta qué punto lo que vive Axler es real o producto de su imaginación. Hay una fan suya que lo vio interpretar a un asesino en una película y ahora quiere que mate a su esposo. Están los padres de Pegeen (Dianne Wiest y Dan Hedaya) que no quieren saber nada con la relacion que tiene con su hija. Están las novias y amantes previas y nuevas de Pegeen. Está su agente (Charles Grodin, otro veterano notable) y su psicólogo (Dylan Baker), que tratan de encarrilar la vida complicada de este hombre que parece haberle puesto demasiadas fichas a esa relación para salir de su mal momento. Y la película empieza a morderse la cola, como enredada en su propia narrativa entre dramática, cómica y absurda. Si la idea era representar la confusión del personaje a través de esos juegos de realidad y fantasía, tal vez la idea era mejor en el papel que en la piel de los actores. Por suerte, para el final la situacion empieza a desenredarse para volver a los orígenes y la película recupera en cierto sentido su centro.
Tomar una de las novelas más flojas de la carrera de Roth puede parecer un contrasentido, pero en cierto modo es una buena elección ya que habitualmente las mejores novelas de este escritor norteamericano que han sido adaptadas al cine no han tenido mucha suerte en la trasposición. Y esta le cae a la perfección a Pacino, quien se deleita especialmente jugando alrededor de la línea muy delgada que separa a su personaje de la locura o la alienación total, una experiencia que es bastante cercana a la de muchos actores. Es a él, finalmente, a quien uno no puede dejar de ver cuando mira UN NUEVO DESPERTAR. Una película puesta al servicio de un actor que, a esta altura del recorrido, está más allá del bien y del mal…