Actuar para vivir (y viceversa)
Intimidad teatral y un gran Al Pacino que actúa de sí mismo en esta adaptación de la novela de Philip Roth.
El ocaso de un actor y la eterna pregunta shakespereana, ser o no ser. Esa es la crisis que se desata en Un nuevo despertar, la película en que Barry Levinson (Rain Man) dirige a Al Pacino, una adaptación de la novela La humillación, de Philip Roth. No es la mejor novela de Roth, tampoco la mejor película de Levinson, pero sí es una buena actuación la de Al Pacino, que en cierto modo hace de sí mismo.
Interpreta a Simon Axler, un actor maduro que empieza a olvidar sus líneas y a enfrentarse a sus propios fantasmas, los de actuar para vivir, la ficción y la realidad. En Broadway, donde es una eminencia, tras un delirio de camarín, Simon da fin a As You Like It (comedia de Shakespeare) con un salto mortal desde el escenario que lo manda al hospital. Como ya no separa su vida de su vida de actor, bromea con las enfermeras, ensaya gemidos para testear su credibilidad. ¿Sigue siendo convincente? ¿Es el fin de su carrera? Y allí tiene su escopeta, y piensa en Hemingway, a quien, dice, recuerdan más por su escopeta que por sus libros. Más allá de estas preguntas retóricas, en el mundo real lo consideran un suicida potencial, y va a parar a un internado, para hacer catarsis, para inventar nuevos días.
Aparentemente recuperado vuelve a su casa, y a cruzarse con su propia historia, o tal vez inventársela, tomando como salvavidas a Pegeen (Greta Gerwig), hija de una pareja de actores que fueron sus amigos, una joven lesbiana que siempre estuvo enamorada de él y que ahora lo obsesiona y enamora. Como obsesiona la juventud, la sexualidad vital, a un tipo de 67 años que en este caso es Axler. Monólogos, diálogos, escenas de psicoterapia vía Skype, y la crisis del actor siempre de fondo, dramática, trágica, cínicamente cómica, y por momentos aburrida. Es un mundo interior el que muestra Levinson, una comedia sutil entonces.
Y al final vuelve a estar Shakespeare, su Rey Lear, y Roth, y Pacino, que se asume en el rol de una historia interior oscura, escrita con malicia, a veces demasiado lenta o dispersa, que tiene en el actor, y en las tormentas internas que le muestran el fin de sus días, de su magia, lo mejor del filme.