Bailando entre las sombras
Un nuevo despertar (The Humbling, 2015), dirigida por Barry Levinson, es una película tragicómica, sublime e intensa sobre los espejismos, fantasías y declives que atraviesa un actor veterano cuando la ficción y la realidad le resultan lo mismo. Basada en la novela del escritor estadounidense Philip Roth, tiene como actor protagonista al más idóneo: Al Pacino, quien muestra una vez más que en el olimpo del cine se mantiene vivo, conmovedor e inquebrantable.
Simon Axler (Al Pacino) es un actor que ha llegado a la cúspide de su carrera. Afamado y de una enorme reputación, está a punto de estrenar Macbeth de William Shakespeare. Sin embargo, se encuentra atravesando un momento particular, está viviendo una crisis existencial donde su realidad y la ficción (demasiados papeles en películas y obras de teatro), se le mezclan. Y cual Quijote su mundo parece ser un delirio constante y, al borde de un perenne insomnio, su mirada más artística sobre el mundo se vuelve turbulenta. El día de dicho estreno sale al escenario y se cae de cara hacia el público. Esto lo lleva a hacer una pausa. Retirado en largas conversaciones con un psiquiatra y recluido de todo, conoce a la hija de una amiga actriz Pegeen (Greta Gerwig), con quien tendrá un romance peculiar. Además, desfilaran delante de él una serie de personajes hilarantes.
Nuevamente el dueto Levinson- Pacino trae un drama duro y vertiginoso. Ya habían trabajado sobre los lindes de la vejez en You Don't Know Jack (2010), con un personaje como Jack Kevorkian, quién también posee un pensamiento por fuera de la realidad. Y en Un nuevo despertar vuelven sobre un personaje similar, también aplacado por el tema de la edad pero, en este caso, las voces provienen de las innumerables personalidades que se mezclan cuando uno ha dedicado toda su vida a ser actor.
Al ver esta película, se encuentra cierta similitud con Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) (2014), pues en este caso también el protagonista podría ser el mismo Pacino que no quiere recordar sus papeles anteriores y más bien vivir su confusión sobre lo que es real y creíble. Pero lo que en la película de Alejandro González Iñárritu es exceso acá es un viaje más acertado y preciso hacia el propio delirio de Axler, quien dispuesto a todo desea encontrar su sentimiento en el mundo y más aún en el arte. Pacino de una fuerza vigorosa toma las riendas y puede solo contra todo el mar de la locura.
Si bien este film es extraño por la mezcla de monólogos, fantasía y realidad, es de esa misma rareza de la que se alimenta. Cada parte parece abrir hacia algo nuevo y más oscuro en la personalidad de Axler. No se puede dejar de mencionar el humor, muy constante y trabajado de manera mesurada y bien proporcionada. Y Al Pacino, también controlado y dando muestras que sigue más intacto que nunca.
Ya lo había demostrado en Directo al corazón (Danny Collins, 2014) y aquí nuevamente lo hace: el Dios de la actuación, Al Pacino, vuelve a dejar sin lugar a dudas la muestra de su nuevo despertar.